Microsoft compra Nokia para recuperar el tiempo perdido

Si algo ha constatado el anuncio de la adquisición de Nokia es que Microsoft tiene tanta prisa por alcanzar a Apple y Google en el sector de la telefonía móvil como millones disponibles en el banco para tratar de comprar el tiempo perdido.

4 de septiembre de 2013

Al gigante tecnológico le está saliendo muy cara su falta de visión y su lenta capacidad de reacción ante el desafío lanzado por el iPhone en 2007, cuando a Steve Ballmer, el aún consejero delegado de Microsoft, le pareció que ese "smartphone" era un disparate.

El iPhone llegó, vio y venció. No solo fue un éxito comercial, también social y creó un mercado inexistente al que se apuntaron rápidamente otros, como Google, que apostó por convertir su sistema operativo Android en el estándar de los teléfonos.

Así, Samsung, HTC, LG y otros armados con Android tuvieron el terreno allanado para entrar en ese lucrativo negocio que ha redefinido la relación del consumidor con la informática.

Este giro copernicano resultó en un tsunami que arrasó con la vieja guardia, la que no se supo adaptar al entorno cambiante y carecía de un Windows al que aferrarse.

Las víctimas más notorias fueron BlackBerry y Nokia, ambas líderes mundiales en sus respectivos nichos en 2006. Siete años más tarde piden a gritos que alguien las rescate de entre las aguas que aún buscan remanso. Nokia, finalmente, encontró su salvavidas.

En esa no tan lejana era pre-iPhone, Microsoft tenía ya una larga trayectoria en el desarrollo de sistemas operativos para teléfonos, el Windows Mobile, al igual que ya había trabajado en sus versiones de tabletas mucho antes de que el iPad reintrodujera el concepto en 2010.

Se hablaba entonces de los "Pocket PC" o PDA, unos ordenadores de bolsillo con una estilográfica para manejar una pantalla táctil y, en algunos casos, con capacidad para hacer llamadas.

Resulta llamativo que a Microsoft, tan posicionado como estaba en el sector tecnológico, le adelantara la competencia por derecha e izquierda. Fue entonces cuando la compañía entró en un estado de urgencia que se prolonga hasta nuestros días.

Unas prisas que empujaron a Steve Ballmer a precipitar su anuncio de dimisión el 23 de agosto. No pudo esperar a zanjar el trato con Nokia conocido hoy por más de 7.000 millones de dólares.

La misma necesidad llevó a la compañía a comprar Skype en 2011 por 8.500 millones de dólares.

Nokia, en horas bajas, resultó 5.500 millones de dólares más económico que la operación de compra de Motorola que realizó Google en 2011 para blindarse ante demandas de patentes, una ganga para Microsoft que se adjudica una red mundial de distribución de dispositivos para su tecnología Windows Phone.

El caso es que Microsoft ya disfrutaba desde 2011 de un acuerdo con Nokia para hacer exactamente eso, vender "smartphones" con Windows en teléfonos Nokia, pero ha quedado claro que para ellos ese pacto no era suficiente.

En sus últimas comparecencias en diferentes eventos, Steve Ballmer insistió en que Microsoft está acelerando. La empresa está en un proceso de transformación, ha habido cambios organizativos y jerárquicos para lograr una integración de sus departamentos con el fin de ser más ágiles a la hora de responder a los desafíos del sector.

La incorporación de Nokia, más de 30.000 empleados, requerirá de un acoplamiento, y los inversores no tienen claro que el gasto merezca la pena. Hoy las acciones de Microsoft cayeron un 4,5 % en Wall Street, pero sus ejecutivos quieren controlar todo el proceso de fabricación de sus teléfonos, igual que hace Apple.

Microsoft controla ya el tercer sistema móvil por detrás de los de Apple y Google que le sacan una cómoda ventaja, aunque cada vez menos.

Su Windows Phone 8 es competitivo y fresco, pero aún necesita madurar. Apenas en julio incorporaba la aplicación oficial de Facebook a su oferta.

Microsoft tiene 170.000 apps, Apple se acerca al millón, una diferencia que tendrán que salvar con el compromiso de los desarrolladores de software quienes viven de vender aplicaciones y a los que la casa Windows ha mandado hoy un mensaje claro: está dispuesta a ser un jugador principal en este mercado cueste lo que cueste.

EFE