Biopolímeros para fabricar lentes de contacto

Investigadores de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacioanl plantean usar biopolímeros en la fabricación de lentes de contacto, pues se adaptan mejor al cuerpo debido a que son derivados de microorganismos.

16 de abril de 2012

Los polihidroxialcanoatos son producidos por muchas especies de bacterias, que, en la generación de energía para su propia subsistencia, los almacenan como fuentes de carbono. Este proceso es inducido por energía que le llega a la bacteria de una fuente exterior y que supera la que necesita para crecer y mantenerse.

Según María del Socorro Yepes Pérez, docente de la Escuela de Química: “primero se hizo una selección de bacterias hasta que nos quedamos con una muy buena que ya se caracterizó molecularmente, y se probó que produce una buena cantidad de polihidroxialcanoatos. Luego, se empezó a examinar cuáles eran las condiciones de cultivo que mejoran esa producción, dándoles a esos microorganismos desechos industriales ricos en carbono”.

Los investigadores evaluaron varios materiales que aumentan la producción y han encontrado una pulpa vegetal (cuya patente está en trámite) que en Colombia se desperdicia mucho y que permite una muy buena producción del compuesto.

El grupo de investigación Producción, Estructura y Aplicación de Biomoléculas (Probiom) está trabajando con el grupo de investigación en Materiales Avanzados de la Facultad de Minas y con académicos que desarrollan biopolímeros de la Universidad de Santiago de Chile. La idea de esta alianza es estudiar las características de los materiales que han producido estos dos grupos y compararlas con las del biopolímero desarrollado por Probiom, para empezar a producir fibras. “Lo que hacen es que van a aportar características antimicrobianas. Las fibras son producidas por microorganismos, pero, al mismo tiempo, son antimicrobianas”, afirma la docente.

Y tienen que serlo, pues, según Yepes: “estos lentes de contacto deben garantizar que no se va a formar un cultivo de microorganismos, pues, de lo contrario, sería fatal. Se contaminarían y la persona podría desde perder la vista hasta morir por una asepsia”.

La producción de estos materiales —que son una alternativa a los derivados del petróleo— sigue siendo muy costosa, en especial porque encontrar fuentes ricas en carbono que puedan aumentar la producción del compuesto es todo un desafío. Sin embargo, el uso de estos biopolímeros contribuiría no solo al desarrollo de una tecnología que se adapte mejor al cuerpo humano receptor, sino también al de una alternativa más limpia comparada con el uso de polímeros que tardan cientos de años en degradarse.

Como posibilidad para potenciar esa alternativa, el grupo Probiom explora bacterias nativas y trabaja con ingeniería genética para que la cepa encontrada produzca mucho más. “Se extraería un gen, pues es este el que causa todo el proceso de producción de biopolímeros, y se trasladaría a otros organismos en los que se puede fortalecer y producir más rápido”, explica la experta.