En el trabajo

¿Qué tan conveniente es ser perfeccionista?

Puede tratarse de un adjetivo que muchas personas usan tanto para describir una cualidad como un defecto pero, ¿cómo saber si realmente es perfeccionista?

7 de octubre de 2015

Ya sea por formas de educación o simplemente como un rasgo de personalidad, el ser perfeccionista puede ser un arma de doble filo, porque consiste en ser esa persona que quiere que todo salga lo mejor que se pueda (alcanzando los más altos estándares, si existen), teniendo una concentración muy particular en los detalles y en buscar mejorar siempre para lograr objetivos.

En Forbes, por ejemplo, hay un artículo que caracteriza las actitudes y formas de pensar que suelen tener las personas “perfeccionistas”: hay una particular obsesión por lograr que las cosas sean hechas de la mejor manera (o de cómo se considera que es ‘la mejor manera’) y la suma de los pequeños detalles, hace que exista un gran trabajo; lo que pone una gran responsabilidad en la persona porque suele pensar que es el único que hace todo bien, de la manera que ‘debe ser’.

Sus estándares son bastante altos, tanto a nivel profesional como personal, se esmeran bastante por ser los mejores y esperan siempre grandes recompensas. Incluso, Lifehack hace una lista de esas características particulares que identifican a un perfeccionista real, de uno que pretende o simula serlo:

1. Ser perfeccionista no es lo mismo que ser sobresaliente: éste último busca alcanzar las metas establecidas; el perfeccionista, quiere alcanzar la perfección, por lo que una desilusión o fracaso pueden considerarse una gran crisis.

2. Hasta la ropa: debe cumplir los estándares de un perfeccionista y, con ello, la simetría en las prendas de vestir, deben seguir dicha pauta. Un perfeccionista siempre está impecable.

3. La hora de llegada siempre esconde una intención: sea porque llegan tarde o temprano, hay una motivación oculta detrás de ello dependiendo del contexto y la persona, sólo para hacer la ocasión “más perfecta”.

4. Piden disculpas por todo: dado que suelen tener sentimientos de culpa por algo que no pudieron lograr, pueden estar siempre pidiendo perdón, lo que suele provenir de un ciclo constante.

5. Siempre extrañarán el colegio: porque era el espacio perfecto para que un perfeccionista siempre lograra sus metas y donde una figura de autoridad alababa su esfuerzo y eran recompensados por su trabajo duro.

6. No toman las bromas de forma ligera: saben que detrás de todo comentario siempre hay un porcentaje de lo que se dice, que puede terminar siendo cierto. Esto suele tomarse como un desafío y, la mayoría de veces, afecta la autoestima de un perfeccionista.

7. No suelen ver sus propios éxitos: siempre tienen una sensación de zozobra e incertidumbre con la que saben que van por un buen camino pero, al compararse con otros, se sienten “quedados”: nunca será suficiente.

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Los pros y los contras

Muchas empresas desearían tener entre su equipo a personas perfeccionistas –o bueno, al menos que lo fueran en cierto grado-, porque son bastante meticulosos, cumplen metas y siempre suelen estar motivados. Eso permite que la forma como se desempeñan sea bastante útil para que las empresas concreten buenos negocios y satisfagan las necesidades de los dueños y de los clientes.

El ser perfeccionista también permite que las personas sean buenos líderes y establezca parámetros de trabajo a su equipo, esperando que cumplan también con los estándares establecidos; lo que hace que las personas a su cargo tengan un alto nivel de compromiso y responsabilidad. Pero todas estas características también tienen un alto precio.

Una publicación de Carolyn Gregorie, en el Huffington Post, destaca que las personas que tienen esta característica “a menudo luchan con la autocrítica extrema, estrés crónico y problemas de salud como la depresión y la ansiedad, trastornos compulsivos e incluso enfermedades del corazón”.

Pero la gran desventaja que puede alcanzar más rápidamente el síndrome de Burnout o el “sentirse quemado”, porque el estrés siempre terminará desencadenando un agotamiento, basado en la autocrítica y el miedo al fracaso.

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¿Cómo sacar provecho?

Como todo en la vida, la clave de éxito está en no moverse entre los extremos. Lo ideal es lograr ese equilibrio entre alcanzar metas con altos estándares, pero entender que se tiene que ser realista y humano. Una de las recomendaciones de un sicólogo citado en el artículo del Huffington señala que la mejor estrategia es introducir objetivos flexibles y comprender las nociones de éxito y fracaso, para superar sus creencias irracionales.

Y esto, solamente se logra con un "cambio de chip" que implica ser consciente del mismo hecho de ser humano, la posibilidad y el margen de error y, especialmente, darle una mayor prioridad a la realización personal por encima de la profesional, lo que implicará un compromiso con una calidad de vida mejor que represente más tiempo para sí mismo y para sus seres queridos.

Nota del editor: Para nuestros lectores que descubrieron que, efectivamente son perfeccionistas, esperamos haber satisfecho sus necesidades de conocimiento sobre el tema.