Gelfond comenzó a lustrar zapatos cuando tenía ocho años. | Foto: BBC Mundo

Emprendimiento

Rich Gelfond: de lustrador de zapatos a jefe de Imax

De niño lustraba zapatos, de adolescente tenía un periódico. Con ese precoz espíritu empresarial, Gelfond inició el camino que lo llevó a tener 700 salas con pantalla gigante de alta resolución.

Alianza BBC
26 de junio de 2013

Cuando Rich Gelfond tenía 8 años se dedicaba a sacarle brillo a los zapatos de otros para ganar algo de dinero. Medio siglo después es magnate de la cadena de salas de alta resolución, Imax.

Fue un emprendedor precoz. A los 16 años Gelfond ya tenía su propio periódico en Nueva York. Con un tiraje de alrededor 25.000 copias, atrajo la atención de anunciantes de todo el país. Se le podía ver recorrer de arriba abajo la neoyorquina Madison Avenue vendiendo los espacios en su medio de comunicación.

Quizás no sorprende que alguien que ha mostrado semejante espíritu emprendedor desde tan corta edad, ahora tenga en las manos un negocio grande y exitoso.

En 1994, Gelfond y su socio Brad Wechsler completaron la compra de Imax.

Su lado emprendedor vio una oportunidad: llevar la compañía que se había enfocado en proporcionar pantallas gigantes a museos y centros de ciencia a lugares populares para exhibir filmes más comerciales.

Sin embargo, la tarea fue más difícil de lo que se había imaginado. A lo que se sumaba que las películas de Imax habían sido tradicionalmente filmadas con cámaras especiales y costosas.

"Probablemente, el aspecto que más subestimamos fue la historia del negocio de las películas. Se trataba de 100 años de historia en la que los estudios y las salas de cine hicieron las cosas de cierta manera y había una reticencia real para cambiar", indicó.

Gelfond y Wechsler se reunieron con directores famosos, incluidos Steven Spielberg y George Lucas, "para intentar involucrarlos en el negocio de Imax", pero ellos estaban reacios a cambiar su manera de hacer las cosas.

"Por un periodo decidimos que en vez de intentar convencerlos para que hicieran negocios de forma completamente diferente, llevaríamos la compañía de tal manera que fuera fácil y barato para ellos entrar en nuestro negocio", dice Gelfond.

La tarea se consiguió mayoritariamente a través de la tecnología y la innovación.

Mientras que filmar una película con cámaras especiales de Imax podría costar alrededor de US$10 millones más que filmar con cámaras convencionales, la compañía logró desarrollar una manera de combinar películas estándar con el formato Imax pero usando algoritmos. Eso se pudo lograr a un costo de US$1 millón.

Desde la perspectiva de los teatros, construir una sala al estilo Imax representaba una inversión de US$3 millones a US$4 millones. Sin embargo, la pareja de empresarios logró conseguir una forma de transformar una sala ya
existente en el ambicioso teatro Imax por apenas US$150.000.

Tres películas clave

Después de 20 años bajo el liderazgo de Gelfond, la compañía se ha transformado en una empresa que es mejor conocida por sus muestras de películas de Hollywood que por sus filmes educativos o científicos.

Gelfond señala que tres películas ayudaron a destacar el perfil de Imax entre el público.

Primero, indicó el empresario, "Fantasía 2000" de Disney, la cual fue "una gran éxito y atrajo a muchas personas a los teatros de Imax".

Segundo, la película en 3D "Polar Express" de Warner Brothers, exhibida en 2004, gracias a que "la calidad fue excelente".

Finalmente, Gelfond agradece el filme de ciencia ficción "Avatar", de James Cameron, que se estrenó en 2009.

"Nosotros sólo teníamos alrededor de 150 teatros e hicimos US$250 millones (con Avatar), lo cual fue un extraordinario éxito de taquilla", indicó.

Pero a medida de que más y más filmes son hechos en 3D cabe preguntarse si eso ha afectado a Imax.

No realmente, señaló Gelfond, pues así como sucede con las películas de dos dimensiones, la versión en 3D de Imax es de una resolución mucho más alta que la versión estándar de 3D.

"Cuando sucedió por primera vez (que la tecnología de 3D se volvió más accesible comercialmente), por supuesto que nos preocupamos y nos preguntamos cómo nos adaptaríamos al cambio, pero el mercado creció. Y nosotros nos convertimos en la experiencia premium", señaló.

En 2008, Imax tenía alrededor de 150 teatros comerciales, hoy tiene cerca de 700.

"La llegada del 3D no nos afectó, más bien hasta cierto punto nos ayudó", dijo Gelfond.

Entre dos fuerzas

Al describir su recorrido hacia los más alto de Imax, Gelfond cuenta que nació como un emprendedor, pero que profesionalmente había sido entrenado "en el medio".

Se refiere a un número de clases de negocios que tomó y a su preparación como abogado.

Como alguien al que le fue bien en la escuela, Gelfond asegura que algunas veces se debatía entre el deseo de obtener experiencia profesional y el de trabajar para sí mismo.

"Pero por otra parte, siempre me gustó ser mi propio jefe y sentía estas dos fuerzas extremas actuando sobre mí".

Esas fuerzas son evidentes en su carrera. Gelfond dejó la compañía de abogados para la que trabajaba para empezar su propia cadena de lavanderías, cuando surgió una oportunidad.

Después volvió al sendero profesional para trabajar en un banco de inversiones, antes de decidir que "intentaría comprar compañías por mí mismo y dirigirlas".

Transición corporativa

Pero Gelfond piensa que es mucho mejor hombre de negocios gracias a su preparación profesional.

"La experiencia profesional te enseña cuán importante es la atención al detalle y a asumir cierto grado de precaución, a dar un paso atrás y te da una perspectiva que no verías si no fuera porque has recibido ese tipo de instrucción".

Y quizás ese es el sentido de perspectiva que separa al jefe de los demás en Imax.

"Estamos en una transición hacia una cultura más corporativa y creo que la gente en nuestra organización piensa que no lo estoy haciendo lo suficientemente rápido", admitió.

Mientras que a otros les gustaría ver más sistemas en vigencia y más líneas rígidas de presentación, Gelfond teme que si intentas hacer cosas demasiado rápido, perderás la esencia de quién eres como empresa.

"Siempre hay mecanismos de compensación entre la cultura emprendedora y la cultura corporativa. Y pienso que muy pocas compañías son exitosas en ambos ámbitos", señaló.

"Yo he tomado la decisión conscientemente de que si tengo que equivocarme de una u otra forma, la última cosa que quiero hacer es sacrificar el espíritu emprendedor de la compañía".