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Neurociencia

Por qué ser un líder generoso le da más felicidad que el dinero

En los últimos 20 años los modelos de liderazgo no han cambiado mucho, mientras que más de 80.000 científicos investigan alrededor del mundo cómo funciona el cerebro. Vea cómo puede aplicar el neuroliderazgo en su día a día.

31 de agosto de 2018

El cerebro humano siempre ha sido un motivo de fascinación para muchas personas. Desde nuestra forma de pensar hasta nuestra forma de actuar, los avances en el estudio de este importante órgano hacen que podamos comprender qué impulsa a las personas a tomar las decisiones de una manera u otra.

Y los jóvenes, por su singular forma de interpretar el mundo y porque están cambiando las dinámicas de la fuerza laboral, no están exentos de ser objeto de estudio.

La definición básica del neuroliderazgo habla de una herramienta que busca entender los procesos de funcionamiento del cerebro en su sentido más amplio y de esta manera optimizar la labor de dirección de negocios para influir positivamente en el entorno en el que se opera desde el rol de líder empresarial.

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Ya sea que usted haga parte de una empresa y quiera emprender su carrera de gerencia, o ya tenga algunos empleados a su cargo, e incluso si ya hace parte de un alto cargo directivo, aplicar los frutos de esta ciencia a su vida laboral puede hacer la diferencia.

Gemma González, CEO de Konnectare Values en España, afirma que las organizaciones deben dar de su parte para que los jóvenes sean neurolíderes y para que además los grandes gerentes promuevan su crecimiento dentro de las empresas.

“Para atraer el nuevo talento las organizaciones tienen que dedicar tiempo a lo que llaman ‘employer branding’ es decir a su posicionamiento de marca que es lo que ofrecen al empleado para captar su talento. Por lo tanto las organizaciones tienen que ser más atractivas para ser elegidas y luego a partir de ahí enfocarse y centralizarse en el empleado, iniciar programas de experiencia de empleado, como hacen con la experiencia de cliente para generar momentos memorables”, dice.

Para la experta en neuroliderazgo y transformación digital, los gerentes u organizaciones deben hacer sentir al empleado con mucho más protagonismo, deben brindarles una propuesta de valor.

“Los jóvenes a los 4 años se cansan sistemáticamente, si no hacen nada diferente de lo normal se van. Por lo que la idea es que a partir de los 2 años se tenga una conversación bastante continua con el empleado donde se le pueda preguntar qué es lo que quiere y qué necesita para que en ese momento donde él podría pensar claramente en irse a otra compañía se le puedan plantear otros proyectos y otros equipos para que haya rotación e interactúen”.

Y allí es cuando las habilidades blandas como la empatía, la facilidad de comunicación, la sociabilidad y la escucha activa entran en participación para lograr que un líder se sienta pleno y seguro.

¿Cómo es un neurolíder?

La neurociencia ha comprobado que se necesita tener un cerebro balanceado y que se requiere incorporar buenos hábitos asociados a la salud física, mental y emocional. Lo primero que los diferencian es que tienen claro que su cerebro puede y debe cambiar. “El cerebro cambia físicamente con la experiencia. Usted mismo puede decidir intencionadamente cambiar su cerebro”, dice González.

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Hábitos que no suelen ser potenciados en las organizaciones como por ejemplo la meditación, pueden hacer que su cerebro sea más receptivo y pueda tomar mejores decisiones. Se sabe que la meditación es clave para reducir el estrés, para generar endorfinas y bienestar.

El Dalai Lama pidió le a los neurocientíficos que demostraran hasta qué punto era efectiva la meditación, si de verdad servía para alguien o no, y finalmente se comprobó que sí, que mejora las capacidades intelectuales. “Es fascinante porque a partir de ahí se demuestra científicamente que dentro de las organizaciones hay que tener cierta forma de actuar solidaria. Además es la base científica para decirle a alguien que dice que no puede cambiar, que sí puede”, afirma.

El teórico canadiense Henry Mintzberg afirma que el neuroliderazgo se centra en cómo los individuos toman decisiones y resuelven problemas en un ambiente social específico, así como en la regulación de sus emociones y las opciones de cambio.

Y a pesar de su importancia, la neurociencia es una base científica que muchos líderes y CEO’S han descuidado. “No se cuidan físicamente, no tienen vida personal y no son capaces de separarla de su vida profesional. Esto inhibe el procesamiento de ideas creativas porque es necesario que el cerebro esté en modo relajado”, concluye.

Entonces, ¿qué se necesita para ser un neurolíder?

-Ser consciente de que se puede cambiar el cerebro, eso le abre un mundo de posibilidades

-Cuidarse física, mental y emocionalmente. Sea una persona capaz de dedicar tiempo a relajarse y a su vida personal porque de esa manera tendrá el cerebro en las mejores condiciones para trabajar.

-Tenga confianza de que puede llegar donde quiera. El cerebro al final le va a mostrar todo aquello que quiera ver, pero si usted ve el mundo lleno de limitaciones el cerebro se lo mostrará así. Piense en grande.

-Sea un líder generoso y compasivo porque estudios demuestran que esto genera unos niveles de dopamina iguales a recibir una recompensa monetaria.

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