Pablo Álamo, bloguero. | Foto: Dinero.com

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Las escuelas de negocios perdieron el rumbo… ¿Lo han recuperado?

En algunos casos, no queda claro que, con un programa en una escuela de negocios, se vaya a conseguir buenos empleos corporativos para sus graduados.

21 de enero de 2013

Qué rápido pasa el tiempo. Bueno es recordar que hace nada, en el 2005, los profesores James O’Toole y Warren Bennis pusieron el dedo en la llaga cuando denunciaron que las escuelas de negocios habían perdido el norte y, además, que las críticas que estaban enfrentando estaban bien merecidas (Harvard Business Review, vol. 83, n°5, pp. 76-85). ¿Qué se le criticaba a las escuelas de negocios? Otra pregunta aún más vital: ¿Han reaccionado?

A las escuelas se les ha criticado de todo, reproches que han aumentado con virulencia a raíz de la última crisis financiera que ha tenido lugar en los Estados Unidos. Se les echa en cara que no saben cómo enseñar habilidades fundamentales y verdaderamente útiles para un gerente, entre ellas la innovación y el comportamiento ético.

En algunos casos, no queda claro que, con un programa en una escuela de negocios, se vaya a conseguir buenos empleos corporativos para sus graduados. Como denunciaron O´Toole y Bennis, estas provienen tanto de los estudiantes y empleadores, como de los decanos de algunas de las escuelas más prestigiosas del mundo.

¿Cuál es la causa de esta crisis de la educación del management? Básicamente una: la política. En efecto, la política educativa de la mayoría de los gobiernos, que a través de directrices y normativas educativas, han obligado a adoptar un modelo de excelencia académica que es inapropiado –y diría incluso que dañino- para una escuela de negocios.

Éstas, por el afán de querer estar acreditadas y así poder contar con ciertos beneficios y reconocimientos, que el mercado en muchos casos pide, ha priorizado el hecho de medir su excelencia por la calidad y cantidad de sus investigaciones.

Sin embargo, en una escuela de negocios, lo prioritario no puede ser la investigación sino la competencia de sus graduados para hacer y dirigir bien las empresas y generar riqueza económica solidaria y sustentable, así como también la competencia de los profesores para impulsar el desempeño empresarial.

Bueno es que Colombia, además de intentar identificarse con las políticas educativas de los países más desarrollados, tome nota también de lo que al final ha supuesto un fracaso en ellos, y sin miedo, tomar otros rumbos, aun a costa de también equivocarse.

A veces lo más fácil es seguir el camino de otros, y del que se equivocó, y al menos consolarse con que no fuimos los únicos. El actual modelo científico se basa en el supuesto de que los negocios son una disciplina académica como las demás, y esto es un error teórico y práctico. A nivel directivo, los negocios son esencialmente una profesión y las escuelas de negocios deberían ser, antes que cualquier otra cosa, escuelas profesionales.

Una vez más el secreto está en el equilibrio: las escuelas de negocios deben lograr ese sano punto medio entre educar a profesionales, por un lado, y generar conocimientos mediante la investigación, por otro. Y mal haría su trabajo –y un inmenso daño a la formación gerencial de un país- un ministerio de educación que ignora lo primero y sólo valora y premia lo segundo. El equilibrio de lo imperfecto es el único modo de acercarnos a lo perfecto.

Un buen ejemplo de esto lo podemos encontrar en la Universidad Aalto de Helsinki (Finlandia), que desde 2005, a través del diseño y la tecnología, va a la vanguardia en el fomento de la investigación y del aprendizaje sistémicos y multidisciplinares de nivel mundial en el desarrollo corporativo (Mikko Koria, Economía industrial, 2011, pp. 35-42).

Enseñando a los futuros profesionales las complejidades que entrañan los entornos de alto valor añadido, alta ambigüedad y alta ambición, preparan a los estudiantes para actuar de manera productiva en los ecosistemas globales de innovación. ¿Qué precio tiene esto? Inmenso. Estas escuelas han recuperado el rumbo.

Pablo Álamo Hernández
PH. D. c. en Economía y Empresa en la Universidad de Comillas
Investigador de temas de empresa y humanismo
Universidad Sergio Arboleda
Twitter: @pabloalamo