El fracaso temprano fue "una lección de vida" para la icónica diseñadora española. | Foto: Cortesía

Líderes

El exitoso modelo de Agatha Ruiz de la Prada

Agatha Ruiz de la Prada no es sólo un nombre conocido en España: es también, en muchos hogares, una presencia silenciosa, pues es habitual encontrar al menos un objeto relacionado con el trabajo de esta creadora.

Alianza BBC
5 de enero de 2014

La diseñadora de moda, que no tiene ninguna conexión con la casa italiana Prada, es conocida por sus diseños divertidos y llenos de color. Empezó con ropa, pero hoy su expansivo imperio abarca desde cuadernos hasta azulejos, pasando por puertas de seguridad y lápidas.

Pero Agatha quería ser artista, no diseñadora. Hija de una aristócrata y un arquitecto, una de las primeras fuentes de inspiración de Ruiz de la Prada fue la amplia colección de arte contemporáneo de su padre.

Dedicó toda su niñez a dibujar, pero sentía que dedicarse profesionalmente a hacerlo lo volvería monótono y frustrante. Del otro lado, la moda le ofrecía una "satisfacción inmediata".

Terminó siendo arrastrada por este camino debido al trabajo en equipo y también porque le fascinaba el "alto nivel de energía" del "rápido" mundo de la moda. Y su lado artístico la ayudó a inspirarse para desarrollar sus diseños poco comunes, con los cuales se volvió famosa.

Una imagen distintiva
Ruiz de la Prada obtuvo su primer trabajo en la industria cuando tenía 19 años, en medio del momento cultural conocido como "La Movida" española, que surgió luego de la muerte de Francisco Franco, en 1975, y que empujó a los artistas españoles hacia la vanguardia.

El jefe de Ruiz de la Prada, Pepe Rubio, fue uno de los diseñadores emblemáticos de La Movida y uno de los principales mentores de la inspiración de Ruiz de la Prada, según ella misma reconoce. "Con él aprendí que puedes hacer lo que quieras".

Ayudada por los contactos que hizo en aquel primer empleo, Ruiz de la Prada realizó su desfile individual inaugural en 1981 en Madrid, en el punto más álgido de la revolución cultural.

Mostró una gama de colores brillantes y de formas que se convertirían en su marca registrada.

"El color es importante y ha sido [siempre] importante para mí. Es parte de mi personalidad", asegura la creadora.

Con una imagen así de distintiva y a través de los shows organizados durante la década siguiente, la diseñadora logró cada vez más reconocimiento.

"Como un milagro"
Sin embargo, a poco de andar comenzaron los problemas económicos, debido a que varias de las tiendas a las que les vendía sus colecciones no le estaban pagando.

Se dio cuenta de que no podía construir la marca sólida y famosa que buscaba sin el respaldo de una de las grandes compañías de venta de indumentaria.

Y su golpe de suerte vino cuando cerró un trato para diseñar una colección propia con su nombre para la famosa tienda de departamentos El Corte Inglés, unos 11 años después de su primer desfile.

El acuerdo la catapultó de las pequeñas ventas a las ligas mayores de las colecciones más vendidas.

"Un año vendimos 100, el siguiente 500 y el siguiente 12.000 Fue como un milagro", cuenta la diseñadora a la BBC.


Esfuerzo en conjunto
Ruiz de la Prada también se diversificó más allá de la moda femenina, expandiendo sus líneas a la ropa de hombres y niños, así como a la cerámica, los juguetes, la ropa de cama, el maquillaje y más.

La empresaria dice que tener de socios a las grandes marcas le ha dado resultado, porque significa que no es ella la que tiene que invertir financieramente y puede enfocarse en lo que mejor hace: el diseño.

No por casualidad ha sido parte de más de 300 colaboraciones, entre las que se cuentan el diseño de relojes para el gigante suizo Swatch, así como una colección de tumbas para un espectáculo francés y una línea de puertas de seguridad para una compañía italiana.

Inicialmente, su trato con El Corte Inglés representó el 90% de sus ingresos. Hoy sólo es entre 2% y 5%.


Lección de vida

Asimismo, la diseñadora gradualmente ha ido desarrollando una pequeña cadena de tiendas propias.

Ruiz de la Prada agradece haber pasado las dificultades con sus clientes iniciales, ya que la hicieron aprender a ser prudente.

"Fue la mejor lección de mi vida (…) porque fue lo que me ayudó a no hacer bobadas el resto de mi vida".

Dice que la experiencia le enseñó a mantener un ojo encima de los números. Hoy lo primero que hace en la mañana es fijarse en las cifras del negocio.

"Gasto lo que tengo. No más que eso", revela. 
A otros emprendedores les recomienda este tipo de expansión lenta, pero segura. Y les aconseja tener paciencia y ser persistentes, además de creer en sí mismos. "Porque si tú no crees en ti mismo, ¿quién lo va a hacer?", remata la diseñadora española.