En EE.UU. hay una creciente desproporción entre el número de alumnos y maestros de minorías. | Foto: Archivo Particular

Trabajo

Crisis por falta de maestros hispanos en escuelas de Estados Unidos

Cada vez más estudiantes latinos, cada vez menos maestros: el crecimiento en el alumnado de origen hispano en Estados Unidos ha aumentado la brecha con los docentes que comparten su idioma y sus tradiciones y ha generado una crisis en la contratación de personal en las escuelas.

22 de noviembre de 2011

Según las estadísticas nacionales, más de 21% de los niños inscritos en los niveles primarios son hispanos, mientras que hay sólo 7% de maestros de esta minoría a cargo de la enseñanza, una disparidad mayor a la de cualquier otro grupo racial en el país.

Un estudio recientemente publicado por el Centro para el Progreso Estadounidense -un centro de estudios de tendencia liberal de Washington- señala que todos los estados muestran desequilibrio en la proporción de alumnos y docentes de minorías.

"En California, 72% de los estudiantes son de color y, en contraste, los maestros de color son 29% del total, una diferencia de 43 puntos porcentuales. Texas tiene una situación similar y otros 20 estados tienen una diferencia de al menos 25% entre alumnos hispanos y maestros de ese origen", detalló a BBC Mundo Ulrich Boser, autor del informe.

En el aula, la ausencia de tradición latina y del español como primera lengua se ha hecho sentir.

"No hay maestros hispanos casi, esto viene de (hace) mucho: es un fenómeno que sigue en los 12 años que llevo trabajando de maestra. Es un sistema muy opresivo para los que somos de minorías. Somos pocos y a los demás no les importa demasiado lo que tenemos para aportar. Con eso, es lógico que nadie quiera seguir este camino", opina la docente Sandra Ortega Zelaya en diálogo con BBC Mundo.

En falta

Ortega, nacida en Honduras, estaba hasta hace poco al frente de un curso de primaria en una escuela de Phoenix, Arizona, donde tenía un grupo mayoritariamente hispano y el salón colmado de objetos tradicionales de toda América Latina "para que los niños no perdiesen la identidad".

"El sistema no está produciendo hispanos educadores porque los niños hispanos siguen siendo considerados de segunda en la escuela", considera la maestra de Arizona, un estado en el que la población latina ha crecido 180% en los últimos veinte años.

El número de docentes no ha crecido a la par, ni aquí ni en los demás territorios, según la investigación del Centro para el Progreso.

Pero, además, se registra un mayor descontento entre los educadores hispanos sobre las condiciones del empleo: 46% entre ellos se mostraron satisfechos con la remuneración, comparados con 52% entre sus colegas blancos no hispanos.

La causa fundamental de la crisis de representación en las escuelas hay que buscarla, según los expertos, en un problema de fondo: los niveles de desempeño educativo de los hispanos, muy por debajo de los de otros grupos.

"El sistema escolar históricamente no ha servido a los latinos y es lógico que eso se refleje en la graduación y la preparación de hispanos, incluso de segunda o tercera generación, para proseguir con carreras terciarias, entre ellas la docencia”, apunta Ana María Villegas, investigadora de la Universidad de Montclair y autora del varios artículos académicos sobre la diversificación de la fuerza laboral en los colegios.

Mejor rendimiento

Así las cosas, algunas investigaciones recientes sugieren que una mayor heterogeneidad en el cuerpo docente mejoraría los niveles de asistencia y los resultados en las evaluaciones entre los jóvenes.

En suma, permitiría que más latinos lleguen a conseguir el título de secundario, una de las deudas que el sistema estadounidense no ha podido saldar: mientras que 78% de los alumnos blancos no hispanos logra graduarse en cuatro años, entre los latinos ese índice baja a 58%, sólo por encima de los afroamericanos.

"Los estudiantes deberían ver modelos en la clase para tener un sentido concreto de lo que significa la diversidad. Esto es fundamental en el proceso educativo", indica Boser.

Las razones por las cuales la identificación con el maestro resulta importante para un niño las resumió a BBC Mundo la académica Villegas: además de la posibilidad de interactuar en el mismo idioma o de comprender información de contexto, facilita la comunicación entre la escuela y la familia, a la vez que funciona como referencia para las expectativas de los estudiantes.

"Se trata de exponerlos a personas que ocupan roles profesionales, algo que muchas veces no tienen en su familia inmediata. Los maestros se convierten en personas importantes porque no sólo proveen conocimiento sino porque son un modelo del desarrollo al que pueden aspirar en su vida futura, especialmente para aquellos estudiantes que vienen de contextos de pobreza", señala Villegas.

Injusto para otros

Las iniciativas para tratar de acortar la brecha se multiplican en varios frentes, desde iniciativas puntuales de las escuelas –algunas, por ejemplo, aceptan tomar docentes no hispanos que están en proceso de aprender español para paliar el déficit- a campañas más amplias, como la que lleva adelante la organización "Teach for America" para que los hispanos que terminan la preparatoria consideren una carrera docente.

Sin embargo, no todos están de acuerdo. La crítica más dura proviene de quienes consideran que el esfuerzo deliberado por contratar maestros hispanos genera una competencia desigual para profesionales de otras minorías.

"No tiene sentido, las leyes de derechos civiles en Estados Unidos hacen que sea ilegal emplear a alguien basándose en su raza o su etnia, no son cuestiones por las que se pueda conseguir un trato preferencial”, señala a BBC Mundo Roger Clegg, presidente del Centro para la Igualdad de Oportunidades.

Y agrega: "Hay muchos maestros de origen hispano que no hablan bien español y muchos maestros no hispanos que sí lo hablan. Pensar que alguien que tiene un apellido hispano es mejor para enseñar a hispanos es un estereotipo que no puede ser promovido".

Una solución más adecuada, sugieren algunos, es la de propiciar programas de entrenamiento en "competencia cultural", cada vez más difundidos en el país, que están destinados a proveer técnicas a los docentes, sin importar su origen, para trabajar con estudiantes de minorías y capitalizar la diversidad en las clases.