En la oficina

Las conversaciones más difíciles que podrá tener en su carrera

Quizás se sienta identificado con alguno de estos momentos o, por el contrario, pueda prepararse mejor para cuando llegue su turno.

26 de noviembre de 2015

Cuando surgen momentos en los que hay que tomar decisiones o simplemente “poner los puntos sobre las íes”, puede sentir un pequeño dolor de estómago que indica que será algo incómodo de sobrellevar. Esto puede pasar en cualquier ámbito de su vida: desde sus relaciones de pareja, pasando por los amigos hasta en la oficina, las cuales pueden ser un poco más incómodas porque involucran tanto su personalidad como su reputación profesional.

Pero hay cosas que son necesarias comunicarlas y encontrar las palabras adecuadas con el fin de que las personas no se sientan ofendidas o que sean tomadas de la mejor forma posible. Entonces, no sólo debe activar su inteligencia emocional, sino que también pensar bastante antes de hablar.

Entonces, aquí le mostraremos cuáles pueden ser esas conversaciones complicadas y cómo tomar las medidas adecuadas para saberlas llevar:

  • “Me voy”: renunciar es uno de los momentos más complicados que puede tener una persona. Especialmente, cuando se trata de hacerlo en una empresa en la que ha trabajado durante un buen tiempo y en la que se siente a gusto, puede ser bastante complicado porque también se involucra un sentimiento de apego.

Pero si usted sabe que es hora de tomar un rumbo distinto y de empezar a crecer profesionalmente, es necesario hablar con tranquilidad. Claro, usted debe tener en cuenta que la primera reacción de su jefe puede ser algo al estilo “qué no le gustó”, por lo que es importante hablar tranquilamente los factores, pero antes que nada, agradecer por la oportunidad.

Según Money de US News, la clave para renunciar es ser breve y directo: agradecer, decir que se va, cuándo se va y a su compromiso para capacitar a la nueva persona, de ser necesario.

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  • “Está haciéndolo mal”: una de las principales claves que tienen los buenos jefes es que hacen una constante retroalimentación sobre el desempeño de sus empleados. Para ello, tienen que ser claro sobre las expectativas, las metas y la actitud de la persona. Pero puede ser complicado cuando la persona ha cambiado o su desempeño no es el mejor.

Según Manager.org esta es una de las conversaciones más complicadas que pueden tener los jefes, porque tienen la ardua tarea de señalar los errores pero a la vez, de motivar a la persona para que trabaje mejor en lo que le corresponde. Así que esa es la clave, siempre ofrecer esas palabras de aliento y también solicitar a la persona su opinión, una vez se termina de dar las explicaciones correspondientes.

  • “Estás despedido”: una de las más complicadas para los jefes y directivos que tienen que asumir con toda la tranquilidad y los argumentos necesarios para agradecer por el trabajo realizado y, a la vez, hacer sugerencias para que la persona mejore en su rendimiento laboral. Eso sí, lo más adecuado y el procedimiento correspondiente es que esta conversación se hace una vez se ha dado la advertencia previa de un mal desempeño (lo que también puede ser complicado).

Pero los directivos deben reconocer cuándo una persona no funciona y que si ya se había hablado con ellos sobre su desempeño y no habían surgido cambios, es hora de decirle adiós, lo cual supondrá la persona cuando se le diga la temida frase “tenemos que hablar”.

Aquí, lo más conveniente es también involucrar al departamento de recursos humanos de su empresa, que deberá tomar medidas al respecto o, dado el caso, poner en advertencia a la persona también puede ser útil. La cuestión es ser sincero, poner límites y decir “no” cuando corresponda, explicando literalmente que es algo que lo hace sentir mal o con lo que no está de acuerdo.

  • “Cometí un error”: bueno, dependiendo de la dimensión que éste pueda llegar a tener. Pero cuando se trata de aquellos que tienen consecuencias graves para la reputación, las ganancias o algún tema legal; es necesario conversarlo a tiempo. Nunca espere si sabe que los efectos o las consecuencias realmente pueden llegar a ser devastadoras, porque en ello involucra también su reputación. Claro, tiene el riesgo de ser despedido, pero es algo que debe asumir y que, hablarlo, puede ayudar a enmendar un poco.

Cuando le toque hablarlo, demuestre que entiende la gravedad del asunto y que realmente se siente arrepentido por no haberlo podido evitar o controlar. Nunca ponga una actitud defensiva y señale las posibles alternativas o soluciones para lograrlo.

  • “Estoy embarazada”: no tiene nada del otro mundo, pero el simple hecho de considerar la reacción de un jefe puede ser algo que no resulte fácil de asumir, especialmente porque el mercado laboral no es muy amigable con las mujeres y en algunas empresas esto puede ser bastante complicado de llevar.

Para hacerlo, lo ideal es que su jefe sea el primero en enterarse, por encima de sus amigos o colegas cercanos. Considere hacerlo también luego del primer trimestre y hágalo con tranquilidad. Recuerde que la ley también la protege y que le garantizará sus derechos.