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Cómo lidiar con empleados problemáticos

Un empleado difícil puede arruinar cualquier ambiente laboral y por ende la productividad. Está el que no es digno de confianza, el intimidador, el intrigante, y otros más. Estrategias para neutralizarlos y ponerlos a su favor.

14 de julio de 2011

El ególatra

Los empleados con un nivel de ego muy alto, son resistentes a la dirección. Ellos piensan que saben más, y hacen caso omiso de todos los consejos que puedan darles. No piensan que deben mejorar y consideran que la empresa tiene suerte de tenerlos.

Si esta persona ofrece resultados excelentes, es muy difícil decirles que se vayan. Entonces lo que puede hacer es ser muy serio con ellos, trate de no exaltarlos mucho en público, pero prepárese para en algunas darles algún reconocimiento especial. Cuando a estos personajes se les lleva bien, pueden resultar muy productivos para la compañía.

El que se roba los créditos

Además de querer ser el centro de atención de todo, este tipo de empleado quiere quedarse con los créditos de las tareas que realizan todos sus compañeros. ¿Cómo identificarlos? Siempre están a la defensiva, son competitivos, hasta el punto de ver a sus compañeros como enemigos y se autoascienden.

Para neutralizarlos, adopte el enfoque de menos es más. Haga que ellos se ganen su aprobación por medio de indicadores de desempeño que sean fáciles de aplicar y entender. Cree recompensas para aquellos que superen las metas propuestas.

El chismoso

Gestionar el chisme es muy difícil porque de entrada usted no puede prohibir a sus empleados que traten temas relacionados con el empleo. Además, los chismosos pueden dañar completamente el ambiente laboral y sembrar desconfianza general.

Entonces, si algún empleado llega a usted con un chisme, no caiga en el juego. Asegúrese de que está dando un buen ejemplo y revele todo tipo de información relevante a sus empleados, eso evitará los rumores.

El tímido

Un empleado tranquilo está muy bien, pero al que es demasiado tranquilo, silencioso y tímido tiene que ponerle atención. Muchas veces este tipo de personas debe encontrar algo que los motive o pueden llegar al punto de negarse a seguir instrucciones.

En este caso, el jefe lo que debe hacer es no desesperarse, escucharlo y hablar su mismo lenguaje. Si usa frases muy elaboradas, hágalo también y verá que la timidez de este personaje irá desapareciendo.

El quejumbroso

Todo el mundo se queja de vez en cuando. Los problemas de personalidad abundan y puden acabar con la moral de cualquier persona. El problema es que las personas que no están en su círculo laboral, pueden pensar que usted no trata bien a sus empleados, o que usted tolera personas infelices.

Intente proponer soluciones constructivas a las quejas de sus empleados y conversar de esos temas directamente con los afectados, puede que no se den cuenta de lo que están haciendo. En tono conciliador y de apoyo, explíquele que quejarse no es la solución, sino que puede usar un lenguaje más constructivo cuando hay problemas.

 Al que le gusta mandar

Cuando tiene que salir de viaje y dejar la oficina sola, los fanáticos del control no son necesariamente un problema para la gestión. Cualquier norma que usted imponga, él velará para que se cumpla a cabalidad y hasta rayan en el exceso. Sus compañeros de trabajo, sin embargo, sufren por su intrusión y sus órdenes.

En este caso lo mejor que puede hacer es volverse un "líder siervo". Pregúnteles a sus fanáticos del control qué puede hacer por ellos, para que alcancen el éxito.

El que se resiste el cambio

Lo que hace tan problemático a los que se resisten, es que pueden contagiar a los demás de su descontento y no permiten que la organización avance.

Para que no pase esto, solicite su opinión siempre que sea posible y deje que ellos implementen sus ideas. Reordarles que todos los cambios permitirán que su presencia en la compañía tenga más impacto, será vital para que su reacción en contra de lo nuevo sea menor.