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Crecimiento profesional

Lecciones que le están costando aprender a los jóvenes de hoy

La generación de los Millennials se ha tenido que enfrentar a esquemas que han estado rígidos durante muchos años, por lo que sus ganas de salir adelante y cambiar el mundo puede que los haga chocar con la realidad.

21 de abril de 2016

Quizás muchos ya están cansados del término y ni siquiera entienden por qué un anglicismo se está popularizando tanto en el mundo. Pues bien, los milenarios (como se diría en español) tienen un papel importante, puesto que ya están empezando a convertirse en la principal fuerza laboral de las empresas, son los principales consumidores en el mundo y hoy, en el mundo, ya son más 40% de la población, cuando de la generación X alcanza el 20% y de la generación “baby boomers”, el 30%.

Además, son la primera generación digital, siempre están conectados y tienen una amplia vida social, pero tienen menos dinero para gastar del que tuvieron las otras generaciones a esta misma edad, por lo que toman la decisión de endeudarse (pero sólo para aquellas cosas importantes, como el estudio) y tienen otras prioridades y necesidades; como lo señala el estudio de Goldman Sachs.

Entonces, aunque tienen el ánimo y todas las ganas de cambiar muchas cosas del mundo, se enfrentan a una realidad totalmente distinta. Nada más considere las diferencias que puede haber entre usted y su padre o usted y sus hermanos o su jefe. El tema con esto es que a veces esa actitud de querer devorar el mundo completico, puede llevarlos a ignorar ciertas situaciones y condiciones.

FP le recomienda “La crisis de los 30 que solo viven las mujeres millennials”.

Así, aquí le dejamos un par de lecciones que pueden costarle aprender a estos millennials y que, si usted pertenece a esta generación, sería bueno que tuviera presente para que tuviera más éxitos en sus proyectos personales y profesionales, según Inc. y I hear Intelligence

  • El valor de perder

Muchos de los padres de esta generación acostumbraron a sus hijos que estaba bien si durante un juego o una competencia había un empate. Entonces, muchos de ellos empezaron desarrollaron una actitud pacífica ante las situaciones sin realmente comprender cómo el tener una sana competencia puede ayudar a la persona a ser mejor. Es por eso que son tan buenos trabajando en equipo pero, cuando les llegan retos personales, pueden siempre necesitar de un pequeño impulso.

En otros casos, la situación fue totalmente opuesta. Algunos millennials pudieron haber sido educados para estar siempre en competencia, lo que tampoco hace que sea muy fácil saber cuándo cooperar y cuándo imponer sus intereses personales a la hora de ejercer un cargo o un trabajo.

  • A nadie le importa

Esta es una de las generaciones que más se queja porque el jefe no los felicita cuando hacen algo bien, pero sí están dispuestos para regañarlos cuando cometen errores. Amigo, bienvenido al mundo real: a usted le pagan por hacer su trabajo y le pagan porque lo haga bien. Esa es su recompensa. Además, al fin de cuentas, lo que importa son los resultados o el trabajo final, mas no lo que usted se ha esforzado o todo lo que se ha sacrificado por llegar allí donde está.

Así, usted gasta demasiada energía pensando en por qué su jefe nunca le dice nada, se puede llegar a sentir frustrado con este tipo de situaciones. Haga las cosas por usted mismo, como reto personal o reto profesional.

Lea “Tengo 30 y sólo un par de años de experiencia”.

  • “Eso no es justo”

¿Cuántas veces ha dicho o escuchado decir “eso no es justo”? Otra forma de chocar con el mundo es cuando se da cuenta que hay personas que ganan más que otras por hacer menos, que una empresa puede despedir a alguien en cualquier momento o que las ganancias de algo deberían distribuirse de forma equitativa para todo el mundo. Error, querido millennial.

La vida no es justa y hay que aprender a aceptarlo y renunciar a esa idea utópica de pensar que los demás piensan en un bienestar común. Lo mismo sucede con los errores: hay situaciones en las que se toman decisiones que pueden resultar quizá, para muchos, extremas; pero es necesario aceptarlo y seguir adelante.

  • El tiempo es oro

Si bien es bueno vivir al día y aprovechar al máximo lo que sucede sin ponerse a pensar en las consecuencias, cuando usted no empieza a construir su futuro, tendrá problemas más temprano de lo que cree. Cada vez que usted haga una elección como, por ejemplo, preferir quedarse durmiendo un tiempo más que ir a las entrevistas de trabajo que tiene; todo esto tendrá un costo, tanto de dinero como de oportunidad.

Las personas que dejan que las cosas simplemente pasen y que sea el destino el que decida por ellos, pueden verse frustrados a muy temprana edad pero, para cuando se den cuenta de ello, ya habrá pasado su juventud. Siga sus sueños, pero sea inteligente.

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  • Aburrirse también es un plan

Esta generación está siempre activa, de hecho, se siente deprimida cuando no sale algún plan o cuando, por temas de dinero, se ven forzados a pasar un fin de semana en su casa. Pero el aburrimiento también es una herramienta para descubrir nuevas habilidades o motivaciones. Por favor, deje el televisor o esa serie de Netflix y de vez en cuando quédese viendo al techo, a ver qué ideas suceden sobre su vida y sus sueños.

Al despertar la imaginación y considerar algo en forma distinta, pueden surgir las mejores ideas de emprendimiento o de proyectos para una empresa.

  • Invertir, no gastar

Tal como uno de los 9 mandamientos para seguir siendo pobre, los millennials se quejan de que no tienen dinero para hacer inversiones, porque se requieren montos altos; pero lo curioso es que siempre tienen entre $100 mil y $500 mil para gastar en viajes, rumbas o celebraciones con amigos. Invertir implica sacrificios iniciales, así que no siga esperando que algún día por dar $10.000 va a recibir $100.000 porque eso nunca sucede (o bueno, puede que sí, en las pirámides, pero ese es otro asunto).

Dedíquese y empiece a crear esa disciplina de ahorro, de ver cómo realmente puede ser más útil guardar poco dinero que, con el tiempo, empieza a ser una suma significativa para poder realmente a trabajar y convertirlo en un ingreso pasivo, es decir, ganar dinero sin hacer nada.