Valentina Auxiliar Carrocera es una pequeña empresa familiar exitosa ubicada en el barrio Las Ferias de Bogotá. | Foto: Cortesía

Emprendimiento

Apostarle a lo social… ¡paga!

Una familia de empresarios en el barrio Las Ferias de Bogotá ilustra la puesta en marcha de un modelo de responsabilidad social como generador de valor compartido.

21 de agosto de 2012

Valentina Auxiliar Carrocera S.A., una empresa familiar de 45 empleados, del sector metalmecánico y del transporte, con alrededor de 5.000 millones de pesos anuales en ventas, ganadora del Premio a la Excelencia de la Micro y Pequeña Empresa 2010 convocado por ANIF y el BCSC, es un evidente caso de éxito empresarial.

A finales de los 80 Rafael Bonilla empleado de una empresa concesionaria de carros vislumbró un negocio en la fabricación de carrocerías de estacas. Su espíritu emprendedor lo llevó a buscar ser independiente. En consecuencia, creó la empresa en el propio garaje de la casa familiar. En este proceso recurrió a su experiencia en el negocio del transporte para identificar potenciales clientes, se asoció con su esposa Martha Patricia Giraldo, y se enfrentó a un mercado en donde el precio era, y sigue siendo un factor de diferenciación.

La historia puede hacerse larga. Basta decir lo que es común a la mayoría de las microempresas en Colombia y en el Mundo. Las crisis y quiebras son la constante para los emprendedores. Estas por supuesto llegaron al negocio de la familia, pero la terquedad y persistencia de un emprendedor cristalizaron una nueva idea del negocio de carrocerías en 1997. Así nació Valentina Auxiliar Carrocera S.A., pero ahora en una bodega en alquiler, con clientes que reconocían la idoneidad del emprendedor, con una experiencia acumulada del saber hacer, y con un mejor manejo financiero del riesgo de mercado.

Las bases del modelo de emprendimiento socialmente responsable, centro del éxito de Valentina, estaban puestas. La familia como valor supremo del negocio; un saber hacer acrecentado en las relaciones de confianza con empleados para “toda la vida”; un brillante constructor de relaciones comerciales y personales en toda la cadena de valor; y una apuesta por el futuro de la empresa centrada en la educación de calidad de los hijos.

El camino de la profesionalización

Los complementos al modelo de éxito empresarial no se hicieron esperar. En 2001 el joven universitario Rafael Andrés hijo mayor de los fundadores, pidió permiso en la familia para llevar a cabo su práctica empresarial universitaria en Valentina. Para ese entonces Rafael vivía fascinado por los temas de procesos y sistemas de calidad. Ahora era obvio que su objetivo de aprendiz de empresario se diera alrededor de dichos temas. Era el primer contacto de Valentina con la formalidad de la administración, con las teorías, los modelos, y en últimas con el que hacer “ilustrado” de la toma de decisiones.

La vinculación formal de Rafael Andrés a la empresa generó un potente detonante de éxito empresarial. La apuesta familiar por el complemento gerencial y más adelante por el relevo generacional, se había concretado. Como siempre sucede en una empresa familiar, la profesionalización de la gerencia tensó el negocio, el diálogo en los consejos familiares de gerencia adquirió nuevos lenguajes, y la información y el conocimiento sistematizado ahora eran los insumos privilegiados.

La gerencia profesional de Rafael Andrés rápidamente se vio apoyada en sus proyectos de certificación. La calidad como eje diferenciador se certificó en la ISO 9001 en 2006. La apuesta por un proceso productivo con sostenibilidad ambiental se validó en 2010 con la certificación de la ISO 14001. Y la conciencia del factor humano como fuente de competitividad, se apoyó con la certificación en la OHSA 18001 de salud ocupacional y seguridad industrial. En suma, un modelo integral de gestión se había consolidado en tres pilares claves: calidad, sostenibilidad, y bienestar social.

Al mismo tiempo, el modelo de negocio se abrió a nuevos retos. La orientación al mercado se consolidó y se amplió con el fortalecimiento de alianzas comerciales con empresas fabricantes de camiones (Colmotores y sus concesionarios). La participación en licitaciones públicas consolidó la cultura por la formalización y la documentación pertinente a la apuesta de valor. La provisión de materias primas y de maquinaria y equipo se extendió a búsquedas en mercados internacionales. Y se abrió una ventana de oportunidad con el logro de la representación exclusiva de una nueva línea de negocio de equipos industriales (Maxon Corporation).

A mediados del 2000 ya se habían superado los ingresos anuales por mil millones de pesos, y la cartera de productos se había ampliado y consolidado. Ahora, además de las carrocerías de estacas para semovientes, se fabricaban furgones, plataformas y plantones. Se pasó a la concepción de producto como servicio. Es decir, ahora se ofrecían soluciones integrales para el transporte de carga.

De esta manera, surgen productos como el desarrollo y fabricación de furgones y carrocerías especificas a sectores como alimentos, salud, educación, y comunicaciones. Y se ganó liderazgo en la fabricación, montaje e instalación de grúas sobre plataformas, puertas de cortina, y plataformas hidráulicas.

En 2010 se vinculó a la empresa familiar Pablo el hijo menor, después de culminar sus estudios de Administración, y de haber trabajado en Siemens como empleado en el área de provisiones. Es por esto que Pablo asumió el cargo de gerente de compras. La gerencia “ilustrada” se consolidaba en la empresa, y en particular las relaciones comerciales se internacionalizaban con la búsqueda de materias primas, y maquinaria y equipo para la modernización de la planta de producción. En consecuencia, la calidad de la materia prima mejoró y no demoraron en llegar la cabina de pintura electrostática, la plegadora, y la cabina plenum.

Una apuesta por la gente

Ya con Rafael Andrés y Pablo en la empresa se fortalecieron otros pilares del modelo de responsabilidad social. La vision de Familia de Martah Patricia y Rafael Como Fundadores pudo cristalizarse, en particular, se integró a la cadena de valor el requerimiento por el respecto al medio ambiente. El desarrollo sostenible se hizo evidente con el monitoreo y ahorro en el consumo de energía y agua; en la apuesta por el reciclaje; en la dramática reducción de partículas tóxicas en el proceso de pintura; o en el cambio progresivo de la madera de abarco (especie endémica de las riveras de rio) por plástico reciclado, metal y otros fibras sintéticas.

Además se fortaleció la gestión de los stakeholeders. Los empleados fueron elevados a la categoría de talento humano. Los trabajadores de confianza de “toda la vida” siguieron siendo los pilares de la plantilla, pero ya no acompañados por contratistas sino por nuevos empleados de planta con garantías de capacitación, salud ocupacional y seguridad industrial. En suma, el modelo de stakeholders base los emprendimientos socialmente responsables se consolidó.

La historia de éxito del emprendimiento socialmente responsable de Valentina, no seria cierta sin la puesta en escena de doña Martha Patricias Giraldo. Su carácter de esposa, madre, trabajadora y cofundadora de la empresa, la convierten en una pieza clave del modelo de gestión responsable. Como esposa y madre expresa de manera elocuente el valor de la familia como guía de la gestión. Como trabajadora y socia es la responsable de la gestión del talento humano y de la labor filantrópica de la empresa.

A finales de 2006, ya con una empresa en pleno proceso de expansión, doña Martha se compromete socialmente con la comunidad del barrio las Ferias. Crea dentro del ámbito de acción de la empresa la Fundación Desayunitos, cuya labor se centra en el bienestar de los niños de familias vulnerables. La alimentación y el apoyo de las tareas de los niños es el foco de atención de la Fundación y su sostenimiento se hace con los ingresos generados por la acción de reciclaje de la empresa, y los apoyos explícitos de otras empresas “socias” de Valentina en esta labor social.

No se extraña el hecho que la gerente de recursos humanos comparta su tiempo y dedicación a la atención de la Fundación y a las tareas de gestión. Simplemente las considera complementarias, y busca comprometer a los trabajadores de la empresa en el discurrir de la Fundación. No sobra insistir en la interesante mirada dual de la gerente de recursos humanos al hablar el lenguaje de las competencias laborales y su certificación, a la par del de la solidaridad y el compromiso con la Comunidad.

En resumen, Valentina Auxiliar Carrocera es una pequeña empresa familiar exitosa. Y el éxito se ha basado en la puesta en práctica de muchas de las actividades que los modelos de gestión de la responsabilidad social empresarial promueven. En una frase, Valentina ha integrado a su cadena de valor los requerimientos sociales y medioambientales más allá de lo que la obligación implica, esta es una muestra real de la creación de valor compartido.

Autor: Jesús Perdomo Ortiz
Profesor Asociado
Departamento de Administración de Empresas
Pontificia Universidad Javeriana