La neuroeconomía -una combinación de economía, neurociencia y psicología- es una nueva disciplina que estudia los procesos del cerebro cuando se toman este tipo de decisiones financieras, por lo general, erradas.

Invierta con cerebro

Las emociones pueden llevar a decisiones financieras opuestas a lo que se piensa. Aprenda a controlarlas para mejorar sus inversiones.

14 de septiembre de 2010

Al invertir, los individuos se enfrentan inconcientemente a variables emocionales, como temores y ambiciones, que hacen que el cerebro pierda su poder racional y los llevan a cometer errores o a asumir riesgos innecesarios.

Buscar la mayor rentabilidad sin considerar los riesgos que se asumen, hacer frecuentes traslados de asesor, invertir sin un norte específico, la adicción a las predicciones, seguir comportamientos de rebaño, hacer cuentas mentales de grandes premios o hacer compras compulsivas son algunos de estos comportamientos financieros erróneos.

La neuroeconomía -una combinación de economía, neurociencia y psicología- es una nueva disciplina que estudia los procesos del cerebro cuando se toman este tipo de decisiones financieras, por lo general, erradas.

"Al entrar en estados emocionales, debido al estrés que les genera invertir, los inversionistas no profesionales tienen mucho miedo, lo cual los paraliza, o expresan un exceso de ambición que los deja 'ciegos'. Ante esta tendencia de trabajar el dinero con la emoción y no con la razón, hay mecanismos probados internacionalmente para ayudarles a estos inversionistas a que tomen sus decisiones financieras con un nivel de raciocinio mucho mayor", afirma Hugo Infante, investigador de temas de liderazgo y gestión patrimonial integral de Patrimonio, entidad que ofrece asesorías a los inversionistas para desarrollar competencias críticas.

Según un estudio de neuroeconomía, llevado a cabo por el profesor David Laibson, de la Universidad de Harvard, las personas que no ahorran ni planifican para el futuro, por lo general, están dominadas por el cerebro límbico y siempre buscan la satisfacción inmediata y terminan siendo las personas que viven cargando la tarjeta de crédito, endeudadas o viviendo de sueldo en sueldo aunque tengan un buen salario, mientras que las personas que planifican se encuentran dominadas por la zona prefrontal.

Sin embargo, como afirma Infante, es posible administrar las emociones con mucha disciplina y entrenamiento riguroso. "El objetivo no es eliminar las emociones sino ponerlas a trabajar a nuestro favor con modernas soluciones de aprendizaje. Con ello procuramos evitar los comportamientos financieros erróneos", dice. Por ejemplo, para ejercitar la zona prefrontal se pueden estudiar planes financieros para familiarizarse con ellos, ponerse metas y objetivos financieros de largo plazo para quitarle la autoridad al cerebro límbico sobre sus finanzas personales. Esto es, reforzar el pensamiento a largo plazo mejora las decisiones de corto plazo y ayuda a tomar decisiones no guiadas por las emociones sino por el conocimiento de sí mismos.