La edad en que la gente se empieza a sentir vieja no tiene una medida promedio. | Foto: Archivo Semana

Edad

¿Somos tan viejos o tan jóvenes como nos sentimos?

La edad biológica y la edad cronológica no siempre coinciden. Mientras algunas personas se sienten jóvenes a los 70, otras de 30 presentan síntomas de senilidad prematura. Las terapias antienvejecimiento están en boga.

Alianza DW
22 de junio de 2012

Diversos factores favorecen el envejecimiento antes de tiempo: fumar, consumir demasiado alcohol y dormir pocas horas, entre otros.

Salir a correr y practicar ejercicio, al menos tres veces por semana durante media hora, comer verduras y frutas y tener el peso ideal ayudan a vivir más.

De hecho, las células del organismo se renuevan permanentemente, pero no por siempre. En un momento determinado detienen su ciclo regenerativo y pasan a un estado pasivo e irreversible en el que pueden permanecer durante decenios, llamado senescencia.

“Al no producir más células el organismo envejece”, explica Thomas Hoffman, del Centro de Investigación del Cáncer en Heidelberg a Focus.

Esto se ve, entre otras cosas en el tejido muscular, que comienza a desaparecer, en el tejido conjuntivo, que se torna fláccido, en las arrugas de la piel, los huesos que pierden consistencia, y la visión, que disminuye.

¿Es posible revertir el reloj biológico?

En el sistema inmunitario, por ejemplo, las células pasivas se acumulan, y el cuerpo ya no puede defenderse ante nuevas infecciones como lo hacía antes.

Pero esto, que a primera vista parece negativo, es un mecanismo de protección que tiene un papel muy importante, ya que impide que las células defectuosas sigan viviendo y reproduciéndose sin cesar, lo cual podría dar lugar al cáncer.

Los expertos creen que en la senescencia está la clave para nuevas terapias, no sólo contra tumores malignos, sino también para revertir el proceso de envejecimiento.

Han descubierto una serie de marcadores celulares para identificar a las células senescentes. A través de estas moléculas los científicos esperan poder identificar el programa defectuoso de las células tumorales y así poder detener su expansión.

Por otro lado, también piensan en el camino inverso, es decir, en retroceder el proceso de las células que envejecen y obligarlas por medio de sustancias químicas a volver a reproducirse. Así, los huesos volverían a ganar fuerza, por ejemplo. Sin embargo, Hoffman duda que se pueda detener el proceso senil.

"Las células senescentes tienen casi siempre un buen motivo para no reproducirse, y es que portan daños genéticos irreversibles, y no sería sensato utilizarlas para abastecer tejidos u órganos".