Sandra Miranda Forero, Magistra en Economía y Economista, Pontificia Universidad Javeriana. | Foto: Alejandro Acosta

Columnista

Ser buen estudiante “si paga”.

¿Qué tan cierto es que tener un buen rendimiento ayuda a obtener otros beneficios, en especial cuando hablamos de la vida universitaria en un pregrado y un posgrado?

Sandra Liliana Miranda Forero
31 de julio de 2014

Desde niños tanto nuestros padres como nuestros profesores nos recalcan la importancia de obtener buenas calificaciones. Algunos padres ejercen incluso una fuerte presión para que esto suceda, sintiendo que tener hijos que ocupan los primeros lugares académicos entre su grupo de compañeros es un motivo de satisfacción propia. Sin embargo, ¿qué tan cierto es que tener un buen rendimiento ayuda a obtener otros beneficios, en especial cuando hablamos de la vida universitaria en un pregrado y un posgrado?

Lo primero que podemos analizar, es que el tener un alto rendimiento académico no está reservado para personas con coeficientes intelectuales de genio o para aquellos estudiantes “nerdos” que no destinan su tiempo a otras actividades también importantes. Más bien, podría decirse que obtener buenas calificaciones en una carrera profesional o en un posgrados, es uno de las primeras señales que nos indica que elegimos bien. Elegimos una disciplina que nos gusta pero además, para la que tenemos un cierto grado de aptitud. De lo contrario, es decir, si se está estudiando algo que claramente no está dentro de nuestro interés o que nos cuesta mucho comprender, lo más seguro es que el resultado sea tener un mediocre o bajo rendimiento académico.

Qué ventajas trae el tener buenas notas
Además por supuesto de la satisfacción personal que se siente cuando el resultado académico está acorde con el esfuerzo y el tiempo invertido, obtener buenas calificaciones puede brindarle entre otros, los siguientes beneficios:

• Mayor probabilidad de becas para pregrados y posgrados nacionales y patrocinados por entidades de fomento para estudios en el exterior. Por supuesto es clave tener un nivel intermedio-alto del idioma del país en donde se cursarían los estudios.
• Obtención de recomendaciones académicas y laborales por parte de sus profesores, quienes lo valorarán y apreciaran como un estudiante especial.
• Quedar entre los mejores puestos ocupados en su cohorte de estudio (algunas empresas o entidades que ofrecen becas podrían solicitarle este certificado para procesos de aplicación)
• Obtención de mejores salarios. Si una empresa en verdad valora su perfil académico (además del laboral por supuesto), se esforzará por retribuirlo mejor y no dejarlo “escapar” a la competencia.
• Mejores posibilidades de ocupar las mejores vacantes para prácticas universitarias y ser aceptado para adelantar estudios en convenios de doble titulación e intercambios que tienen las universidades con universidades extranjeras.
• Mayor probabilidad de obtener una cátedra o un cargo como docente en el área que domina. Por lo general, una universidad de alta calidad preferirá que su planta docente esté conformada por profesores que fueron buenos estudiantes. Así debería ser.

Por supuesto, no todos los mejores estudiantes obtienen los mejores trabajos y salarios, ni todos aquellos que no fueron los mejores estudiantes están por fuera de la posibilidad de ser contratados para cargos muy buenos. Además del rendimiento académico hay que sumar otros aspectos que le dan valor agregado a un candidato, como la experiencia laboral, la actitud, la seguridad, las competencias personales, liderazgo, trabajo en equipo, etc. Aun así, tener buenas notas ya le está otorgando un plus que no debe desperdiciar. Piense que no solo se trata de estudiar, sino de hacer una inversión a futuro que le puede brindar mejores condiciones laborales y proyectos de vida futuros. Por tanto, es rentable.