Foto: Archivo Semana. Es ilógico preguntarle a un mesero qué plato nos sugiere, pues siempre nos recomendará el más caro de la carta. | Foto: Luis Eduardo Otero

Opinión

¿Quién paga la cuenta?

Cuando un grupo sale a comer muchos pedirán algo totalmente diferente dependiendo quien paga la cuenta. A nivel corporativo encontramos que muchos directivos no tomarían las mismas decisiones si fueran accionistas.

Luis Eduardo Otero
4 de octubre de 2010

Las decisiones de algunas personas cambian cuando les afecta directamente el órgano más sensible del cuerpo: el bolsillo. Este problema se acentúa cuando los beneficios los recibe una persona y los costos los asume otra.

Algunos ejemplos típicos los observamos en los empleados que viajan con viáticos o con reembolso de gastos. En el primer caso tienden a hospedarse en lugares económicos, preferiblemente con un amigo o con un familiar para ahorrar los viáticos y, en el segundo, prefieren quedarse en buenos hoteles y comer en los mejores restaurantes, pues la factura la paga la empresa. Cuando un grupo sale a comer muchos pedirán algo totalmente diferente dependiendo quien paga la cuenta. Podemos escoger que cada uno pague lo suyo, dividir la cuenta por igual o que el jefe pague con la tarjeta corporativa; en el primer caso aparecen muchas personas que dicen hacer dieta, en el segundo piden lo que les gusta sin tener en cuenta el precio y en el tercero comen en exceso. Otro caso lo vemos en la forma como manejan algunos taxistas, pues se hace evidente si el conductor es el dueño del vehículo o si paga un diario.

Por esto es ilógico preguntarle a un mesero qué plato nos sugiere, pues siempre nos recomendará el más caro de la carta, ya que el recibirá el beneficio de una propina más alta y nosotros el costo de la cuenta. O recibir una recomendación de un asesor financiero que gana una comisión igual a un porcentaje del dinero que le entreguemos, sin importar el resultado de nuestra inversión; peor aun cuando la inversión es mala y al venderla el asesor recibe otra comisión y nosotros perdemos nuestro dinero.

A nivel corporativo el cambio en el comportamiento puede tener un impacto negativo en el resultado económico de las empresas, pues encontramos muchos directivos que no tomarían las mismas decisiones si fueran accionistas.    precio, comerciales que ganan solo por ventas y venden sin importar si el cliente paga o no la factura y gerentes que envían la encuesta de satisfacción al cliente, cuyos resultados definen sus bonos, con un Montblanc de regalo, entre otros casos. En estos ejemplos los directivos reciben los beneficios y la empresa recibe los costos y, por ende, sus accionistas. Por otro lado, esta asimetría entre los beneficios y los costos puede evitar que los gerentes tomen decisiones de negocio cuando un buen resultado les genera una felicitación de la junta y uno malo puede hacerles perder el puesto.

De todo lo anterio encontramos algunas enseñanzas:

- Una persona toma una decisión con buen criterio cuando recibe tanto los benéficos como los costos de los resultados.

- Siempre debemos conocer como les pagan a las personas que nos asesoran.

- Es conveniente recibir la recomendación de un amigo, siempre y cuando no se vea afectado por nuestra decisión.

- Es bueno pedir una segunda opinión, por ejemplo cuando un médico dice que debemos operarnos.

 - Cuando no tengamos dinero para la cuenta, desde el comienzo dejemos claro que cada uno paga lo suyo.