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Costos

El alimento que, por su precio, encarece su lista de mercado

Este producto sirve de remedio para la gripa, dicen que de ahí sale la energía del deportista ‘criollo’ y hace parte de unos de los postres más apetecidos. Pero su incremento en el valor pone en riesgo su presencia en la mesa y las alacenas de los colombianos.

Juan Camilo Hernández R
10 de febrero de 2017

El calor abrasador de la Costa y la deshidratación que produce en propios y extraños se combate con limonada de panela. El frío penetrante de la Capital, en tanto, se palía a punta de queso con ‘aguapanela’. Los campesinos sobrellevan la jornada con sorbos de guarapo, fermentado con panela; otros tantos colombianos hacen frente al hambre con ‘tetero’ (una mezcla de agua de panela con un poco de leche). Y si alguien queda ‘antojao’ de postre, la solución es cuajada con ‘melao’.

Los asiduos comensales de estos manjares debieron experimentar hace unos días el amargo sabor de esta noticia:el precio de la panela fue uno de los que más se incrementó (en 4,66%) en enero de 2017, según cifras recientes del Índice de Precios al Consumidor reveladas por el DANE. Y era todavía más amargo señalar –como lo hizo la prensa económica– que este producto básico de la canasta familiar se ha encarecido en un 67% en el último año.

Y vienen entonces las conjeturas del ciudadano de a pie. Las conjeturas de don Pedro y doña María (permítanme condensar en ellos la opinión de conocidos y anónimos con los que tropiezo a diario). Don Pedro quizá le echará la culpa, de entrada, a la reforma tributaria y al respectivo IVA del 19%.

De entrada, le aclaro a don Pedro, que ni la caña de azúcar ni su derivado (la panela) ha estado gravado ni estará gravado con el IVA. Tampoco le atribuya, doña María, el pecado al dueño de la tienda de la esquina que, al parecer, de vivo, le subió al precio porque sí. La coyuntura panelera tiene razones que la justifican.

Primero. La disponibilidad (o las reservas) de caña de azúcar, como la de otros tantos productos agrícolas, está regida por unos ciclos de producción. No todos los meses del año son aptos para sembrar caña. Lo normal es que se haga entre marzo y abril; algunos sembrados se extienden hasta septiembre. Y hay más: para cosechar caña habrá que esperar entre 12 y 18 meses.

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¿Cuál es el resultado de esto? Tendremos periodos, como el primer trimestre de cada año, en los que las reservas de caña de azúcar (y sus derivados) escasearán. Y, por añadidura, la ley del mercado de ‘oferta y demanda’ dictará que, ante la insuficiencia de un producto, los precios aumentarán.

Segundo. La producción de caña de 2016 (y por ende la reserva para 2017) pagó los platos rotos del verano de 2015, uno de los más intensos en la historia colombiana, según el Ideam. El Fenómeno del Niño, que se prolongó durante unos 15 meses, estropeó, entre otras, cientos de hectáreas de arroz, cacao, maíz y caña de azúcar. Así la cosa, y dado que el pasado no fue un año catastrófico climáticamente hablando, la recuperación de la industria está casi garantizada en el segundo semestre de 2017.

Tercero. Las reservas de panela en el mercado interno o nacional han descendido debido a un incremento en el volumen de exportaciones. Nuevos mercados se han abierto, especialmente en Europa. El Viejo Continente encontró en la panela un endulzante y vitamínico natural inigualable.

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Cuarto. El precio de la panela se ha incrementado también por causa del contrabando, según confirmó el ingeniero Carlos Guerrero, del área comercial de FedePanela en consulta para este artículo. En las fronteras con Venezuela no sólo se comercializa ilegalmente con gasolina, se hace también con productos básicos de la canasta familiar, como la panela, más ahora que el país vecino afronta una aguda crisis económica que va desde la escasez de harina pan hasta la de medicamentos para paliar el cáncer.

¿Qué decirle entonces a don Pedro y a doña María? ¿Que busquen productos que sustituyan la panela? No, no necesariamente. ¡Calma! La cosecha de caña de azúcar se avecina y los precios, naturalmente, caerán en el segundo semestre de 2017. Y aunque ello no ocurriere, les aseguro que la panela seguirá siendo la manera más barata de preparar una bebida (la ‘aguapanela’) nutritiva y abundante –por litro de agua–.

Mejor aún: si puede –inténtelo– sáltese los costos de la cadena de intermediación de la panela. Es decir, hágale el quite a los costos que se agregan en el camino por cuenta de la logística y la comercialización. Vaya directamente con el productor.

Por ejemplo, para quienes viven en Bogotá, “péguense la rodadita” hasta el municipio de Villeta, y sus alrededores, a tan sólo hora y media de la capital. Seguro allí conseguirán panela con hasta un 30% de descuento sobre el precio promedio al que la expenden en grandes almacenes. Y, seguro, hasta una dulce ñapa le darán.

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*Jefe del Departamento de Periodismo

Universidad de La Sabana