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Los cinco pilares de la innovación social

Se atribuye a Goethe la siguiente frase: “Vale más hacer la cosa más insignificante del mundo, que estar media hora sin hacer nada”.

Pablo Álamo
24 de julio de 2013

Esta sentencia tiene sus limitaciones pero sin duda puede aplicarse a la innovación social, que ha adquirido las características de una nueva moda. Y es tan necesaria, que ojalá deje de ser pronto una moda y se convierta en una cultura.

En efecto, en las últimas dos décadas hemos asistido a una revalorización, sin precedentes, del papel de la innovación en la sociedad y el gran impacto que puede tener en la sostenibilidad del planeta. Si a nivel global se difunde una cultura socialmente innovadora, gran parte de las necesidades y de las problemáticas sociales quedarán resueltas.

En esta tarea de crear cultura, las universidades juegan un rol principal. El propósito de la innovación social debe alentar los programas académicos y políticas institucionales, con el fin de generar un conocimiento y una producción científica que haga la diferencia, fomentando la participación ciudadana en proyectos de innovación social. La ciencia debe ser el fundamento del desarrollo económico y social.

Una interesante publicación de ESADE Business School ha analizado prácticas internacionales de innovación. En ella se destacan cinco pilares fundamentales de la innovación social:

• Impacto y transformación social.

• Colaboración intersectorial.

• Sostenibilidad económica y viabilidad a largo plazo.

• Tipo de innovación.

• Escalabilidad y replicabilidad.

Respecto a los tipos de innovación, considero un texto clave el Manual de Oslo (2005), en el cual se distingue cuatro tipos de innovación: de bienes, de procesos, organizativa y de mercadotecnia. La gran pregunta al respecto es qué sucede con las innovaciones sociales no orientadas a los mercados.

Este tema preocupa mucho y con razón en instituciones académicas como PRIME Business School, en la que el factor humano fundamentado en el valor infinito de la vida humana y en la dignidad de todo lo creado, debe ser el marco de toda auténtica innovación. Es necesario, por tanto, contar con un acertado marco conceptual para identificar buenas prácticas de innovación social.

En una sociedad cada vez más global en la que entran cada vez más en contacto diversas realidades multiculturales, considero que el marco debe estar basado en una concepción axiológica (valores). Es decir, una buena práctica innovadora sería aquella que más y mejor cumple con el conjunto de valores que la sociedad debe transpirar. Esta realidad afecta a los estudios de innovación.

Como bien señalan Echevarría y Merino (2011), los estudios de innovación han experimentado un giro social en esta primera década del siglo XXI, que comienza a trasladarse a las políticas de innovación.

Estamos ante un nuevo paradigma en ese tipo de estudios. En efecto, avanza así un nuevo paradigma en la Unión Europea en el que las tecnociencias de innovación social parecen haber llegado a un punto de amplio consenso: las innovaciones sociales surgen en primera instancia de la sociedad civil.

No niego que las innovaciones sociales puedan surgir o ser implementadas por el sector público y por el sector privado, sino que la prioridad está en la sociedad civil, en el poder regenerador que hay en ella y que nunca podrá ser superable por los intereses sistémicos, tanto públicos y privados. Por lo tanto, asistimos a una nueva ampliación de los tipos y modelos de innovación, que superan los primeros marcos conceptuales de la innovación social: Goldenberg y grupo Crises en Canadá, Young Foundation y NESTA en el Reino Unido, por citar algunos.

Al final, la clave de la innovación social es entender que tanto los medios como los fines para promoverla han de ser predominantemente sociales. Entender y actuar, porque el fracaso más grande es nunca haberlo intentado. “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan muchos años y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida. Esos son los imprescindibles” (Bertolt Brecht). Y esto, la verdad, pocas veces ocurre y es clave para que se difunda una cultura de la innovación social.

Pablo Álamo
PH. D. c. Economía y Empresa Universidad de Comillas
Empresa y humanismo
Universidad Sergio Arboleda
Twitter: @pabloalamo