Vicente Umaña.

Columnista

La negociación colectiva: ¿ni negociación ni colectiva?

Los recientes movimientos laborales han demostrado que la forma de afrontar los conflictos colectivos de trabajo ha cambiado. Desde la intervención del ejecutivo hasta el planteamiento de las organizaciones sindicales.

Vicente Umaña
19 de noviembre de 2013

Años atrás, la negociación colectiva en esencia era la forma que tenían trabajadores y organizaciones sindicales para darle a conocer a los empleadores sus inquietudes y aspiraciones en materia de relaciones laborales y aspectos salariales y de beneficios. Colombia, dadas las condiciones políticas, ha migrado a un escenario en el que esa negociación bilateral se ha transformado en una especie de foro abierto a la participación de actores ajenos a la dinámica laboral de empresarios y trabajadores.

Por su parte, las organizaciones sindicales han tomado los pliegos de peticiones como documentos en los que reflejan aspiraciones, muchas sin fundamento ni asidero en la realidad económica nacional o sectorial, incluyendo allí requerimientos que exceden cualquier proporción para utilizarlos en la negociación como simple herramienta de presión que les permite, en ciertos momentos, mostrar la aparente voluntad de ceder con movimientos que si bien en números se ven significativos, traducidos a lo económico no significan nada. De esta forma, descalifican cualquier propuesta del empleador que si tiene consecuencias valorables en dinero y reales.

En relación con la representación de las organizaciones sindicales, en reiterados casos se está evidenciando que cada vez reflejan en menor medida las aspiraciones de sus afiliados y al generar expectativas tan altas en las bases luego de concluido el proceso la decepción de los trabajadores se incrementa al recibir ajustes y beneficios que no pueden exceder la realidad empresarial o terminarían haciendo no viable la operación.

Colombia, a diferencia de otros países no cuenta con la modalidad de negociación sectorial, situación que ha hecho que las organizaciones sindicales, mediante esta nueva dinámica, busquen al final del día que ésta sea una realidad. Reflejo de esta aspiración es que en las recientes protestas sociales diversos sindicatos han participado de manera activa involucrando amplios sectores de la economía, a veces afines y a veces no, en los que se solidarizan con causas lejanas de su misión con el único propósito de formar un frente común. Hoy los paros son más amplios y cada vez menos limitados a una industria o empresa en particular.

En relación con el proceso propiamente dicho, recientes experiencias demuestran que la mesa de negociación ya no tiene dos partes como se enseñaba en las facultades de derecho. Ahora, el Ministerio de Trabajo, sin facultad legal para ser activo participante se declara un “facilitador” y toma asiento en la mesa. También el ejecutivo desde la Vicepresidencia o la intervención final del Ministerio del ramo o la misma Presidencia de la República son las que marcan el desenlace de las negociaciones, sin mencionar que dependiendo de la zona del país donde se desarrolle el conflicto, las comunidades participan con peticiones muy distantes de los aspectos laborales como la construcción de vías o escuelas, factores que terminan obstaculizando o haciendo viable un cierre. Es decir, se ha vuelto tan colectiva que dejó de serlo al menos desde la óptica laboral Sobre las pliegos, estos son ahora en muchos casos simples requerimientos exagerados sobre los que hay que atender la mayoría; aquí en Colombia, negociación no hay.