Patricia Fuel, directora de Parque E.

Columnista

La academia y su rol en la formación de los emprendedores

En la tarea de fomentar la cultura emprendedora encontramos como actor fundamental a las instituciones de educación superior, las cuales se constituyen en aliado idóneo y un fuerte eslabón en la cadena de valor del ecosistema emprendedor.

Patricia Fuel
15 de septiembre de 2014

La formación de las personas es un elemento clave para emprender a nivel corporativo como empleado o un proyecto empresarial. Según la Ley 1014, éste debería ser un tema promovido desde la edad preescolar; con el fin de que las personas lo consideren como una opción deseable en su proyecto de vida. Sin embargo, el sistema de educación todavía no ha apropiado la manera de cómo desarrollar emprendimiento y se confunde con el tema de empresarismo, allí habría un amplio tema qué discutir sobre la pertinencia de cómo se ha abordado el emprendimiento desde la educación.

La academia juega un papel importante en la formación del emprendedor, que se traduce incluso en una inversión en la medida que el estudiante va la universidad a adquirir no solamente conocimientos científicos, académicos o técnicos, sino que realmente hay una transformación, una formación en competencias que le permiten saber qué hacer con ese conocimiento, ahí necesitamos una formación basada en la resolución de problemas donde en cada teoría, teorema, e hipótesis siempre haya un trabajo práctico de ese conocimiento, ligado a un para qué sirve, qué problema concreto de la sociedad resuelve, o a qué mercado puede entrar, especialmente cómo identificar oportunidades y actuar con base en estas.

Cuando a ese conocimiento técnico y académico se le suman aspectos como la curiosidad, la identificación de oportunidades y el saber aprovecharlas, dar solución práctica a los problemas de una manera novedosa, se da cabida a una formación integral del profesional.

De esta forma, las campañas de promoción de mentalidad y cultura tienen un mayor eco en las personas, casi de manera natural y espontánea el emprendimiento se da como una opción deseable a nivel profesional, y en mi opinión, es la mejor evidencia de pertinencia académica, es decir, un ingeniero, un biólogo, o un profesional de cualquier carrera que sea capaz de crear una empresa con un portafolio de servicios derivado de ese conocimiento, con elementos diferenciadores, una propuesta de valor interesante, y que es capaz además de generar bienestar y riqueza, es la mejor prueba de que los conocimientos que se están impartiendo en el aula tienen que ver con la realidad de hoy en día.

Otro elemento importante por el que en muchas instituciones ese compromiso debería pasar a materializarse en hechos concretos es que es una manera excelente de relacionamiento de la universidad con sus egresados, porque si los formó mientras eran estudiantes brindando herramientas para aplicar ese conocimiento y resolver problemas, una vez esta persona termina su ciclo formativo hace la práctica montando una empresa, seguirá con ese sentimiento de filiación hacia la universidad y la institución en la medida en que le brinde algún acompañamiento y algún apoyo y sigue haciéndole sentir que esa es su casa para su desarrollo empresarial, seguirá en una relación muy fructífera con ese egresado. De otro lado es una relación de la universidad con la sociedad porque es una forma distinta a las investigaciones, papers y proyectos de extensión solidaria. Es una nueva forma de transferir conocimiento y tecnología de la universidad a la sociedad representado en esos profesionales que están emprendiendo unas nuevas empresas que generan empleo y bienestar para el entorno.

Al estudiante esto le incrementa la percepción del retorno de la inversión que se hace en la educación, donde se invierte no sólo para recibir una formación académica, sino una formación por competencias para sacar el mejor provecho a ese conocimiento, generar rendimientos financieros y rendimientos sociales que le permitan incluso proyectarse profesionalmente.

Es una forma de capitalizar la inversión la cual tiene más vías de retorno que salir a emplearse, y en verdad ese conocimiento le va a permitir defenderse de múltiples formas en la medida en que tenga las competencias para descubrir esas formas porque si no se queda limitado a ser empleado en una compañía donde le digan qué es lo que tiene que hacer con lo aprendido y qué problema resolver. En cambio, el emprendimiento abre una ventana de oportunidades como poder descubrir cuál es el problema que se quiere atender y cómo hacerlo, incluso identificar problemas que quizás nadie ha percibido que existen, crear demandas y mercados nuevos lo cual sería mucho más innovador.

Las universidades también logran un retorno de la inversión en el prestigio que le va a dar esa pertinencia académica mostrada por sus egresados que crean empresa a partir del conocimiento que adquirieron, de un retorno social porque esas empresas generan empleo, y si además se trata de empleo calificado como es el caso de empresas de profesionales, pues será empleo formal.