Luis Alberto Arango E. | Foto: Luis Alberto Arango E.

Jugar básquet o aprender inglés

Teniendo las mismas habilidades profesionales, lo más probable es que en un cargo seleccionen al que sabe inglés por encima del que no lo sabe. Lo irónico es que algunos todavía piensan que no es importante aprenderlo.

Luis Alberto Arango E.
24 de febrero de 2011

Algunas veces me preguntan sobre qué curso, especialización o maestría hacer para mejorar competencias personales y hacer un mejor desarrollo de carrera profesional. Mi respuesta consiste en preguntar primero si sabe inglés y qué tan buen nivel tiene.

Por lo general la respuesta es negativa o que su nivel de inglés es 5 sobre 10, dando a entender que sabe lo suficiente para defenderse en situaciones comunes, pero de allí no pasa. Esa última respuesta es por lo general pretensiosa. Un nivel de inglés de 5, casi siempre termina siendo 2 o menos. Es decir que no sabe inglés.

Mi respuesta es entonces simple y contundente. Estudiar y aprender inglés es muchísimo más enriquecedor para el desarrollo personal y de carrera que cualquier otra cosa que tenga en mente.

Mi obsesión con ese idioma viene de tiempo atrás, desde que no sabía ni jota de inglés y lo aprendí después de estudiar casi un año en Colorado, EE.UU. Eso fue hace 20 años. Y desde entonces trato de aprenderlo constantemente. En virtud de mi trabajo y de mis intereses personales lo escribo y hablo con mucha frecuencia, lo leo diariamente y llevo apuntes sobre nuevas palabras, expresiones o formas de pronunciación. Incluso, cuando puedo, durante el año tomo clases particulares para fortalecerlo.

Cuando conozco a alguien que sabe inglés como segunda lengua, no pierdo oportunidad para preguntar dónde lo aprendió. Casi todas las respuestas son historias de gran superación personal.

He visto casos de personas que en la mitad de la carrera de universidad se retiraron, estudiaron un año y regresaron. Ese viaje les permitió más adelante tener muy buenos puestos en compañías con alcance internacional.

Otras personas me contestaron que no pudieron viajar a aprenderlo, pero que en cambio, mientras sus amigos jugaban fútbol o básquet ellos estaban en institutos de inglés aprendiéndolo con disciplina y durante varios años. Dos casos que conozco terminaron siendo, por un lado presidente de una multinacional alemana y por el otro, gerente general de una empresa muy importante que representa marcas internacionales en Colombia.

Recientemente me consultaron la contratación de un vicepresidente de mercadeo en una empresa colombiana. Yo tenía un candidato estupendo y lo había propuesto. Superaba en todo sentido la mayoría de los requisitos que buscaban. El sueldo era muy por encima del promedio de la industria, el reto sin igual y el crecimiento personal y profesional que ofrecía el cargo difícilmente se podía conseguir en el mercado laboral. Ni siquiera lo consideraron porque no sabía inglés. Cuando le dije a mi candidato lo que había sucedido, me confesó que ya varias veces le había pasado lo mismo y que el no saber inglés era un serio impedimento para el desarrollo de su carrera profesional.

De ese proceso de contratación me explicaron que entrevistaron a varios candidatos que decían saber inglés. Al hacerlo, encontraron que la mayoría no lo sabía. Conclusión, fueron descartados sin importar si el resto de sus condiciones era superior a lo que vieron con su nivel de inglés.

Saber inglés es hoy un requisito fundamental para aspirar a los mejores puestos del mercado laboral. Pero más allá, si se sabe inglés, el mundo se abre por completo. Viajar es más cómodo, acceder a conocimiento en Internet es más fácil y aprovechar fuentes de conocimiento específicos en inglés es más enriquecedor. No pocas áreas de conocimiento se desarrollan en inglés y los resultados de estos desarrollos se publican primero en ese idioma.

Aprender inglés no es fácil y requiere de un esfuerzo enorme, disciplina y entrega. Pero la gratificación es casi inmediata. El otro camino es seguir jugando fútbol o básquet.

Luis Alberto Arango es Presidente del Consejo Directivo del CESA.