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Innovación: La clave de un nuevo negocio

Junto con el anhelo de independencia económica y estabilidad financiera a menudo se escucha: “Montemos un negocio”. Sin embargo la vacuidad de la frase es latente pues no existe una idea clara del tipo de negocio a estructurar.

Leonardo Santana
7 de abril de 2008

En la carrera que constituye la creación de una empresa se cometen frecuentemente tres pecados capitales:

· Se intenta establecer un negocio en un sector consolidado donde existen y compiten empresas que han alcanzado madurez bajo el supuesto que si ellas han tenido éxito ¿por qué una nueva no lo tendría?
· El bien o servicio no presenta diferencias radicales con los de la futura competencia.
· No se toman en cuenta las experiencias laborales pasadas que podrían ser semilla de una nueva idea empresarial.

Estos errores son fruto de la ausencia del elemento clave en todo proyecto: la innovación.

El éxito de un nuevo negocio estará determinado en gran medida por la novedad que traiga consigo. Innovación en su producto, en la forma como este se fabrica, se distribuye, se mercadea o en la forma como se organiza la empresa. La innovación es la clave para el desarrollo de las naciones y para aumentar su competitividad. Es por esto que el gasto en ciencia y tecnología constituye uno de los rubros principales en las cuentas nacionales. Mayor inversión en investigación se traduce en invención e innovación. En la medida en que el país logre inventar nuevos productos o formas de producción, puede ofrecerle algo nuevo al resto del mundo y recibir la recompensa por ello.

Aplicada a la pequeña y mediana empresa, una idea innovadora es mucho más efectiva al iniciar un proyecto que una inversión de grandes proporciones o la intención de arrebatarle un mercado a la competencia con menores precios. Solo la diferenciación de nuestros productos frente a aquellos que vienen con menores precios, por ejemplo desde China e India debido a la cada vez más profunda apertura comercial, es posible competir de manera equilibrada. También es recomendable para el empresario tener en cuenta su conocimiento previo y la experiencia laboral acumulada en lugar de aventurarse a crear negocios en un sector prometedor.

Pero la innovación requiere investigación científica. A pesar de la promoción de ferias empresariales y la creación de incentivos para jóvenes emprendedores por parte de diferentes entidades, estos eventos presentan pocas veces tecnologías innovadoras que pronostiquen un éxito seguro del proyecto. Las despulpadoras, textiles, comercio de artesanías y servicios de consultoría están a la orden del día, pero se presentan pocos proyectos en campos de desarrollo de software, hardware, dispositivos electrónicos o biotecnología. Además la innovación se concentra en la utilización de nuevas tecnologías duras, dándole poca importancia a la innovación en “tecnologías blandas” que consisten en la forma como se administra la empresa, su clima organizacional y las relaciones humanas.


Es necesario entonces acompañar estos programas de emprendimiento con esquemas de educación e intercambios de tecnología con otros países. Crear líneas de emprendimiento e investigación conjuntas y fortalecer el vínculo entre universidad y sector empresarial.


Las obras musicales, plásticas o dramáticas que rompen esquemas y presentan nuevas propuestas son las más admiradas y las que marcan un hito en la historia del arte. Lo mismo ocurre en el mundo empresarial. Si no existe innovación continua, no se sobrevive.