Luis Alberto Arango E. | Foto: Luis Alberto Arango E.

El robo de celulares continuará

La estrategia del gobierno para combatir el robo de celulares es ingenua y fracasará. Opinión de Luis Alberto Arango E.

Luis Alberto Arango E.
11 de mayo de 2011

La placa de la moto que utilizaron comenzaba con las letras MOB, el resto fue tapado por la mano del parrillero. El mismo que, unos segundos antes, me había arrebatado el celular de las manos. El robo fue al medio día, uno de los horarios preferidos por los ladrones para robar celulares. Las otras horas más habituales son las de entrada y salida del trabajo, cuando la gente camina confiada, hablando por celular.

Me dolió perder el celular, un Blackberry. Afortunadamente tenía una copia de respaldo muy reciente y un sistema de bloqueo con clave, que se activaba después de 5 minutos de inactividad del teléfono. Mi información estaba a salvo, pero sabía que en la tarde, mi teléfono estaría listo para ser vendido. Reporté el robo, desactivaron mi SIM y el teléfono quedó automáticamente en una lista negra que utilizan las compañías de telefonía celular para que no se pueda volver a activar. De la misma manera, el PIN del teléfono quedó reportado ante RIM (Blackberry) como robado y fue desactivado. Sin embargo, todo esto sería en vano.

Mientras tanto, pasé a formar parte de la estadística oficial que dice que el robo de celulares representa el 60% de los hurtos en Bogotá y 40% de los del resto del país. El gobierno estima que 3 millones de unidades fueron robadas durante el 2010. Es evidente, con estas cifras, que el delito desbordó la capacidad de la policía y se mete de frente con el bolsillo de los ciudadanos. Los que corren con menor suerte terminan gravemente heridos o muertos. Da rabia y tristeza conocer, cada vez con mayor frecuencia, que un robo de celular terminó en la muerte de la víctima.

A mediados de abril, los ministros de Defensa, Rodrigo Rivera, y el de Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC), Diego Molano, dieron a conocer la nueva estrategia para combatir el robo de celulares en el país. Al oírlos quedé desconcertado. La que pensé que sería una completa estrategia para combatir este delito, quedará en lo que quedan muchos de los anuncios que con bombos y platillos hacen los gobiernos de turno para combatir problemas reales que afectan a la ciudadanía: en nada.

La estrategia se hizo pública al final de una reunión sobre esta problemática, en la que hicieron falta sillas para acomodar a tanta gente: el ministro de Defensa, el ministro TIC, el Alto Consejero de la Presidencia para la Seguridad Ciudadana, el Director General de la Policía, el Director Jurídico de Asocel -la Asociación de la Industria Celular en Colombia- y los representantes de los operadores y fabricantes de celulares. En total unas 20 personas.

Las conclusiones de la reunión consistieron en que los operadores celulares deshabilitarán todo teléfono reportado como robado y lo registrarán en una lista especial para ese efecto. Además existirá una completa integración de comunicaciones a nivel regional para que teléfonos robados en Colombia, no se activen en otros países de la región. Paralelamente van a cerrar todo comercio ilegal de venta de celulares. Y solo se activarán teléfonos sobre los que se conozca su procedencia. Por ahora todo está en palabras y para finales de mayo supuestamente reglamentado.

Ni Asocel, ni las compañías de telefonía celular publicaron en sus sitios web, siquiera un pequeño aparte del anuncio del Gobierno. Lo anterior es una muestra del interés de los operadores celulares y del fracaso que va a tener la estrategia planteada.

Lo que me pareció sorprendente de este anuncio, es que mientras los ministros involucrados están mal informados y asesorados, los medios de comunicación perdieron la memoria. Ninguno recuerda que una estrategia similar se planteó hace muchos años y también fracasó por lo mismo.

La tecnología actual permite que los ladrones borren los códigos internos de software del teléfono y registrarle números de identificación nuevos para que puedan ser activados en cualquier operador sin que aparezca en una lista negra. Lista que ya existía desde hace años y que no es nueva. No entiendo porque el gobierno la presenta como algo novedoso. Ni siquiera el cruce de información entre operadores celulares de países de la región andina es nuevo, también existía de tiempo atrás.

Como novedad se conmina a que los sitios ilegales de venta de teléfonos celulares se ajusten a la legalidad o serán cerrados, pues según los Ministros estos son los lugares donde se venden los celulares robados. En contraste, una fuente de un operador celular me confirmó que la policía ya conoce cuales son los lugares más importantes de venta de celulares robados en cada ciudad, pero por razones desconocidas estos sitios siguen funcionando.

Lo único que parecía novedoso es que los operadores solo activarán los teléfonos sobre los que se conozca su procedencia. Pero lo que no tiene claro el gobierno, es que la tecnología GSM, que es la que utilizan los operadores celulares en Colombia, hace que no sea necesario activar el teléfono en la red, sino la SIM card del teléfono. Así que el aparato robado nunca pasará por las manos del operador celular. Entre otras, los ladrones no solo cambian los números internos de identificación sino que además programan el teléfono robado para que pueda ser usado en cualquier operador celular. Lo único que tiene que hacer el que compra un teléfono robado, es ponerle una SIM card con una línea activa y listo.

Con lo anterior, parece que los asesores del ministerio TIC no supieran de la materia que les compete y los del de Defensa fueran ingenuos y mal informados. Peligrosa mezcla que hará que la estrategia del gobierno no pase de los rimbombantes titulares de prensa.

Desafortunadamente, no tengo la respuesta sobre cómo resolver o bajar la incidencia de este tipo de robo. Lo que tengo claro es que la estrategia gubernamental va a fracasar. Mientras tanto, cada vez que somos elegidos por los ladrones como su próximo objetivo por estar hablando por teléfono en la calle, no solo está en juego lo que hemos invertido en nuestro teléfono, sino además nuestra integridad personal. Por ahora, la única solución es que evitemos hablar en la calle por teléfono. Y si somos víctimas del robo, por doloroso que suene, lo mejor es no oponer resistencia.

Finalmente, para aquellos tentados en comprar teléfonos robados, que son mucho más baratos que los legales, recuerden que es probable que el que compren sea un teléfono con una historia de violencia y muerte.