Laura Margarita Rodríguez C.

Columnista

Educación financiera para niños ¡Un reto de todos!

Lo que ignoramos es que los niños son expertos observadores que analizan cada movimiento que ocurre en su entorno, especialmente cuando se trata de la administración y manejo del dinero.

6 de mayo de 2014

A la hora de tomar decisiones financieras, la familia juega un rol realmente importante. Particularmente, muchas de las medidas económicas trascendentales que deben ser tomadas dentro del hogar están sujetas a garantizar el bienestar de los niños miembros de la familia y a asegurar que su calidad de vida no se vea afectada. Pero lo que ignoramos es que los niños son expertos observadores que analizan cada movimiento que ocurre en su entorno, especialmente cuando se trata de la administración y manejo del dinero.

Y es precisamente una buena educación financiera en las primeras etapas de la vida, la que marcará una gran diferencia en el comportamiento que tendremos como adultos al momento de manejar nuestros recursos. Para los niños, hablar de dinero resulta un tema muy sencillo: piensan en “guardar” aquellos “billetes y monedas” que sus padres o abuelos les regalan para emplearlo en su próxima adquisición tecnológica, en el juguete que tanto han visto en televisión o en la visita al parque de diversiones de sus sueños.

Definitivamente, involucrar a los niños en la economía de sus hogares y comenzar a formarlos para que sean adultos con mayor bienestar financiero, es quizá la tarea que mayor impacto tendrá dentro de una sociedad como la nuestra que, hoy, se ve consumida en el endeudamiento y la falta de control de las finanzas personales.

Pero, ¿cómo enseñarle a un niño a manejar su dinero? ¿Cuál es la forma más fácil de aprender para ellos? Sin lugar a dudas la diversión y el lenguaje sencillo y claro son la mejor estrategia para transmitir la importancia de ser consientes de una buena administración del dinero. Un ejemplo de esto, que llamó mi atención, es una iniciativa que ha venido desarrollando Skandia en Colombia en la que 5 grandes animales de la selva, cada uno de ellos a través de su instinto, les enseña a los niños un secreto de cómo administrar el dinero.

Clara Inés Guzmán, líder del programa al que han llamado RILEBU, afirma que “la enseñanza de temas financieros para niños es un proceso y no basta con llevarlos a un taller. Es importante ser buen ejemplo y tener coherencia con las acciones diarias; se debe involucrar a los niños en los temas financieros de la familia tanto en momentos de abundancia como en momentos difíciles, de esta forma se crea conciencia del valor del dinero“.

Para un niño resulta mucho más fácil crear una conciencia del valor del dinero porque tiene un panorama más claro y menos contaminado de pretensiones consumistas. Tienen un objetivo claro definido y están dispuestos a destinar parte del poco dinero que reciben para alcanzarlo, contrario a lo que usualmente pasa con nosotros los adultos. Guzmán añade que “hoy en día se ha perdido un poco el verdadero valor del dinero.

Los padres estamos haciendo lo que sea por cubrir las necesidades y caprichos de los hijos y esto a veces hace que ellos pierdan la magia de luchar por un objetivo. Los niños se están acostumbrando a simplemente pedir dinero por pedir” y esta es una situación preocupante si tenemos en cuenta que son los padres quienes transmiten las costumbres financieras a los hijos.

El mensaje es claro. El futuro de una sociedad con mejores hábitos financieros está en manos de los niños de hoy y cambiar los elevados índices de endeudamiento y de gasto irresponsable dependerá de cómo los eduquemos financieramente para enfrentar los retos que trae la adultez.

Existen muchos programas que ayudarán a los niños a desarrollar comportamientos financieros más acertados y a los papás a convertirse en un modelo perfecto a seguir cuando de administrar el dinero se trata, sin embargo cabe recordar que todo empieza por casa. No eduquemos a nuestros hijos para ser ricos, eduquémoslos para ser felices; Así cuando sean grandes conocerán el valor de las cosas, no el precio.