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Aprendizaje

¿Está preparado(a) para administrar el dinero de su familia?

¿Dejaría en manos de un inexperto la administración económica y financiera de su empresa?

Rigoberto Puentes
19 de octubre de 2016

Seguramente todas las personas a las que se les hiciera esa pregunta responderían con un "NO" rotundo. Sin embargo eso es lo que hacemos cuando empezamos a manejar el dinero de la empresa "familiar" sin contar con la adecuada preparación. ¡Es necesario estudiar para aprender a manejar el dinero!

¿Estudiar para aprender a manejar el dinero?, ¿estudiar sobre economía y finanzas personales?

Son preguntas que a la mayoría de las personas ni siquiera se les ocurre hacerse. Dentro de su esquema mental no existen dudas a ese respecto, por cuanto nunca han pensado en el tema.

¡Yo los invito a reflexionar sobre el mismo! Y para ayudarlos comenzaré dando la respuesta correcta: SÍ (así con mayúsculas); es necesario estudiar para aprender a manejar el dinero eficientemente; es imprescindible convertirse en un experto en Economía y Finanzas Personales, pues de otra manera una parte importante de su sueldo, honorarios, bonificaciones, emolumentos, o cualquier otro tipo de ingresos, irá a enriquecer los bolsillos de quienes sí han hecho la tarea: los bancos, las entidades comisionistas, las compañías de seguros, las tarjetas de crédito y otras instituciones financieras; o peor aún: los avivatos, las pirámides, las instituciones pseudorreligiosas, las casas de empeño, los agiotistas y otra gran cantidad de tiburones financieros que pululan por el mundo, dispuestos a quedarse con los ahorros de los incautos que no saben administrar el dinero, lo despilfarran y luego andan por ahí vendiendo su alma para poder pagar las deudas.

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Para explicar el fenómeno que ocurre con la educación sobre economía y finanzas personales, siempre recurro a la teoría sobre la ruta del aprendizaje que leí por primera vez en un libro de Lair Ribeiro y que yo reproduzco en diferentes versiones cada vez que lo necesito. Esta es una de ellas:

La ruta hacia el conocimiento

  • Primera etapa: En la primera etapa la persona no sabe qué no sabe. En esa fase escasamente tiene indicios de la existencia del tema que va a aprender. Una vez que la persona es expuesta a la materia y entiende el alcance de la misma, entonces habrá llegado a la segunda etapa.
  • Segunda etapa: En esta, la persona sabe qué no sabe. Es decir que comprende el contenido y se da cuenta de su propio desconocimiento sobre el mismo. Si después de esa etapa la persona sigue interesada en la materia, deberá esforzarse para aprenderla… pero este es el punto más difícil, puesto que tendrá que sobrepasar un obstáculo que metafóricamente hablando se le conoce como “la laguna de la confusión”. Es aquel punto en el cual el material parece complejo, nos cuesta entenderlo… pero con un poco de esfuerzo y persistencia de pronto se ve la luz, las ideas empiezan a aclararse y el estudio va haciéndose cada vez más fácil… Y así logra superarse la laguna de la confusión y se llega a la tercera etapa.
  • Tercera etapa: La persona es consciente de su conocimiento sobre el tema, ya sabe qué sabe. El trayecto entre la tercera y la cuarta etapa es mucho más sencillo puesto que se trata de la aplicación de lo aprendido.
  • Cuarta etapa: Casi sin que la persona se dé cuenta, el conocimiento adquirido empieza a formar parte de su naturaleza y su aplicación se vuelve automática… La persona ya no sabe qué sabe. Ya ha logrado la perfección del conocimiento y lo ha integrado a su vida diaria.

Es un hecho comprobado que la inmensa mayoría de la gente no sabe que la educación sobre economía y finanzas personales es esencial para aprender a manejar el dinero, y de esa forma hacer que este se convierta en una fuente de calidad de vida y felicidad, y no de angustias, problemas y dolores de cabeza.

La mayoría de las personas viven con el paradigma de que eso de tener que vérselas con temas como presupuesto, balance, intereses, inflación, riesgo, inversiones eficientes, portafolios, etc., es solamente para los administradores de empresas, los economistas, los contadores y otras profesiones similares, y no para ellos. En efecto, así ha sido y así es en la actualidad.

De ahí la tremenda brecha que cada día se amplía más en nuestro medio. Los padres educados financieramente (los que disfrutan de bienestar económico y conocen la importancia de la educación financiera) inculcan en sus hijos los paradigmas apropiados para atraer el dinero, y los incitan a que amplíen sus conocimientos y se mantengan siempre actualizados sobre los movimientos económicos y financieros que puedan afectarlos”; mientras que los padres no educados se los inculcan para lo contrario.

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¿Cómo debe iniciarse la educación económica y financiera personal?

Lo ideal, por supuesto, es crecer aprendiendo de los padres y maestros los conocimientos financieros que más adelante van a ser útiles en la vida; de esa forma, cuando se empiecen a recibir los primeros ingresos, ya se estará preparado para administrarlos. Sí, ¡eso es lo ideal!; pero, por ahora, no funciona en la práctica por cuanto los padres, en su mayoría, no están preparados para contraer la función de mentores financieros y tampoco lo están los maestros.

Los progenitores -padres y madres- deben asumir la responsabilidad de educarse financieramente para poder transmitirles esos conocimientos a sus hijos de la forma más sencilla: sembrando en su mente los paradigmas apropiados.

Un gran problema que tiene la mayoría de las personas es que no se ha dado cuenta de esa realidad. No saben que la administración de los recursos financieros es una disciplina que debe ser aprendida. Nadie nace conociendo estos temas; ni tampoco están incluidos en los programas de la educación formal; todos dependen, para educarse, de sus padres y del medio ambiente en el que se mueven.

En nuestro caso vivimos en un medio ambiente analfabeto en el área financiera, y por lo tanto tenemos el paradigma de que estos conocimientos se van adquiriendo con la experiencia. Efectivamente, así lo hemos hecho y hemos subsistido, pero sin crear la suficiente riqueza como para lograr el "óptimo económico", es decir aquel punto en cual ya contamos con  dinero suficiente para vivir holgadamente. Un punto en el que más dinero ya no genera mejor calidad de vida.

Todos en la vida recibimos un ingreso: unos pocos reciben un monto elevado, otros uno mediano y, la mayoría, uno pequeño. Sin embargo, el secreto para convertir el ingreso en calidad de vida no está en el monto del mismo sino en la forma en la que lo administremos y, lógicamente, entre más rápidamente aprendamos a hacerlo, mayores serán las probabilidades de tener una buena calidad de vida, que sea consistente, ¡durante toda la vida! Para eso requerimos de la educación financiera lo antes posible.

Probablemente habrán escuchado una nostálgica queja, de sus mayores, expresada más o menos así: Si hace 30 años yo hubiese contado con la experiencia que hoy tengo… ¡qué no hubiese logrado!Esa queja se refiere muchas veces a la vida financiera. Algunas de esas personas mayores me han relatado sus casos. Las historias que he escuchado sobre pérdidas de dinero por desconocimiento financiero van de lo ridículo a lo estrambótico. La plata que despilfarramos durante la vida, por ignorancia financiera, es enorme. Y no me refiero al dinero que se pueda haber gastado en eventuales caprichos costosos. ¡NO! Me refiero a la plata que se pierde inútilmente por malas inversiones o por simple descontrol financiero.

¿Y por qué los padres no están preparados para transmitir a sus hijos los conocimientos financieros? Porque nadie los ha educado al respecto. Esa clase de conocimiento no se adquiere con la educación tradicional, que nos prepara para ganar dinero, pero no para conservarlo.

La mayoría de la gente ni siquiera sabe que se requiere educación en esa área; piensa que eso es algo que se adquiere en la vida a través de la experiencia, y yo estoy de acuerdo con eso: debe aprenderse a través de la experiencia ¡pero no de la propia, sino de la ajena! Este artículo forma parte del libro “EL CHIP DE LA PROSPERIDAD… El mejor regalo para tus hijos”, cuyo objetivo es el de incentivar a las personas para que adquieran los conocimientos financieros por aprendizaje, y no por experiencia propia.

Créanmelo: la experiencia propia en el área financiera ¡es extremadamente costosa! Se lo dice alguien que cuenta con un bagaje importante de experiencias tanto propias como de terceros. Aprovecho nuevamente para invitar a los lectores al curso sobre inversiones que estaré dictando en la Cámara de Comercio de Bogotá. Aún tenemos cupos disponibles para el 29 de octubre. Pueden inscribirse en la siguiente página: http://pmacolombia.com/inversionesglobales/

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Fundador y director PMA Colombia