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Comunicación

5 reglas de oro de la comunicación que no se deben olvidar, por más tecnología que haya

Los avances en comunicaciones son impresionantes pero hay que reconocer que el correo electrónico, whatsapp y messenger tienen sus limitaciones.

Ana Sarmiento
27 de diciembre de 2016

Es clave tener en cuenta que el lenguaje no verbal es el responsable del 93% de la comunicación. El tono de voz nos aporta el 38% y el lenguaje corporal el 55%. Esto nos deja un triste 7% para las palabras que son la gran parte de la comunicación escrita.

Las tecnologías impiden ver cuando el receptor de un mensaje frunce el ceño o se le descuelga la mandíbula con lo que está leyendo. Si a eso le sumamos que se trata de conversaciones asincrónicas, que no ocurren al mismo tiempo, podemos hacer falsas suposiciones como creer que si la persona no ha respondido es porque no ha visto el mensaje y no porque se quedó muda del impacto.

Las tecnologías no reemplazan ni al teléfono, ni al contacto personal. Incluso hay cosas que ni siquiera se pueden resolver por teléfono y la cara del santo sigue haciendo el milagro. Ningún medio ha dejado de ser ni útil ni vigente. 

Nada en contra del uso de tecnologías, pero no olvides que las necesidades humanas siguen siendo las mismas desde hace millones de años y que en esta vida, ni tú ni yo vamos a ver ese cambio. A continuación algunas recomendaciones: 

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1) Las emociones:

No te olvides de que al otro lado de la pantalla existe un ser humano. Por muchos emoticones que uses, nada transmite las emociones como el tono de la voz, la velocidad al hablar, la frecuencia del contacto visual, la postura, la distancia física y los gestos. 

Tus palabras a secas pueden estar haciendo daño porque no tienes la opción de matizarlas. Si se trata de temas delicados, abstente en todo momento de acudir a las tecnologías.

Asimismo, cuando quieras alegrarle el día a alguien. Un mensaje de felicitación por muchos signos de exclamación !!!!! que lleve, no logrará el mismo efecto que una palmada en la espalda o que el brillo que tus ojos transmitan.

2) El tono de la voz: 

En la comunicación escrita no figuran frases como “Suena como si te estuvieras sintiendo…, Parece que estás bien molesto con… o Me da la sensación que te encanta... “. Si no prestas atención a los sentimientos, pierdes la oportunidad de detectar la verdadera situación del interlocutor. Estos te ayudan a sortear datos, organizarlos y usarlos efectivamente al momento de entender a otros y comunicar de manera asertiva.

Si tienes que hacer uso de tu inteligencia emocional, abstente de acudir a las tecnologías.

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3) El tiempo:

Si una conversación por chat se tarda media hora, ten en cuenta que se hubiera podido direccionar más rápida y eficazmente hablando de manera directa. Adicionalmente le estás robando la concentración a un ser humano que intenta enfocarse en lo que está haciendo y cada "tin-tin" le baja su productividad. Cuando para saber lo que necesitas por chat requieres más de 5 minutos, toma el teléfono y dile “en vez de andar interrumpiéndote mejor te pregunto directamente”.

4) La responsabilidad: 

El hecho de que tengas una prueba escrita de que mandaste un mensaje, no te hace el empleado del año. Tu responsabilidad no va hasta “yo mandé un email hace 3 semanas”.  

  • ¿Hiciste seguimiento?

  • ¿Intentaste algún otro canal de comunicación?

Tu responsabilidad va más allá de lavarte las manos. Tómate tiempo también para asegurarte de que tu cometido sea efectivamente cumplido como lo hubieran hecho tu padre o tu abuelo.

5) El manejo de conflictos

Los emails no fueron diseñados para acusar a tus enemigos. Antes de escalar un conflicto reflexiona sobre las cosas que pudieron haber hecho que la situación llegara hasta ese punto.

  • ¿Acusaste recibo cada vez que recibiste un mensaje de tu contraparte?
  • ¿Diste respuesta a la conversación?
  • ¿Realizaste seguimiento?
  • ¿Acudiste a otros canales de comunicación?
  • ¿Pusiste la cara?

Si hiciste todo lo correspondiente, proponle a la persona que se reunan con un tercero que le aporte otra perspectiva a la negociación y abstente de usar el email para hacer partícipes a jefes y compañeros de un conflicto al que no pidieron ser invitados. El arte de comunicarse no ha pasado de moda y las nuevas herramientas están hechas para sumar y no para dividir.

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