Alejandra Corredor Melo. MBA de la Universidad de Chicago. Consultora y coach laboral.

Columnista

El efecto Bejamín Franklin: ¿Cómo lograr que sus enemigos lo quieran?

El éxito, la tenacidad y la efectividad en la mayoría de las ocasiones vienen acompañados de detractores y opositores. ¿Quiere saber entonces qué puede hacer, para tener dentro del bolsillo a sus ‘enemigos’? Conozca el legado de Franklin.

Alejandra Corredor Melo. MBA de la Universidad de Chicago. Consultora y coach laboral.
1 de noviembre de 2014

No es extraño que usted haga bien su trabajo, que alcance grandes objetivos en su empresa y tenga tras de éstos, a personas a las cuales le desagrade su gestión, su desempeño o simplemente su presencia. ¿Qué puede hacer al respecto?

La solución a esta clase de conflictos es mucho más simple de lo que usted cree. El hallazgo fue del científico y político Benjamín Franklin en el siglo XVIII y es tan válido hoy en día como lo fue hace 300 años.

Franklin, quien nació en una familia pobre de Boston y tuvo que arreglárselas solo para llegar lejos, dejó la escuela a los diez años para trabajar inicialmente en la fábrica de velas y jabones de su padre, para luego hacerlo en la imprenta de su hermano y posteriormente en su propia imprenta.

Fue autodidacta y aprovechó su liderazgo para fundar un club que denominó el Junto, como un espacio para que intelectuales y librepensadores de la época compartieran textos y opiniones de diferentes disciplinas. Tal como indica David McRaney en su libro You Are Now Less Dumb, Franklin transitaba por una súper autopista del conocimiento que él mismo había diseñado.

Ambicioso y emprendedor, no se limitó a la imprenta y al club, sino que compró el periódico The Pennsylvania Gazette y fundó la primera biblioteca pública, al igual que el primer cuerpo de bomberos de Filadelfia e incursionó exitosamente en la política. Es por esto que, como es de esperarse, conforme aumentaba su fama y fortuna, también crecían sus adversarios y enemigos. Uno de ellos, un intelectual rico e influyente, arremetió en su contra durante su segunda campaña a la Asamblea General de Filadelfia.

Consciente de las dificultades que esta rivalidad le traería en el futuro, Franklin decidió ganarse la amistad del asambleísta pidiéndole un favor: Aprovechando su reputación como coleccionista de libros, le envió una carta solicitándole en préstamo “un volumen escaso y curioso” que el rival envió encantado, sintiéndose muy halagado por la solicitud. Desde ese momento nació una amistad que se mantuvo hasta la muerte del Padre Fundador.

Es en circunstancias como ésta que se presenta el Efecto Benjamín Franklin: cuando un adversario nos hace un favor, disminuye su desprecio hacia nosotros e incluso aumenta la probabilidad de que llegue a querernos.


¿La causa?
La causa se encuentra en un fenómeno que los sicólogos llaman Disonancia Cognitiva, una sensación de malestar emocional que se produce cuando nos vemos enfrentados a dos ideas, creencias o valores contradictorios. Para resolver este conflicto, la mente alinea las emociones de la persona para que sean coherentes con las acciones del individuo.

En consecuencia, hacerle un favor (“algo bueno”) a alguien que le desagrada (“algo malo”), creará una contradicción que su mente eliminará haciéndole creer que esa persona no le molesta tanto.

El impacto del Efecto Benjamín Franklin ha sido estudiado a profundidad por sicólogos, antropólogos y economistas y su popularidad es tanta, que hoy en día desde especialistas en coaching ejecutivo y organizacional, hasta asesores en temas románticos, sugieren que sus clientes lo apliquen de distintas formas para aumentar el éxito de sus relaciones interpersonales.

Así que probablemente, si usted recurre por ayuda a esa persona con la que tiene una relación difícil, podría ganarse su afecto, e incluso una nueva oportunidad de negocios o hasta un nuevo socio.