Criptomonedas, el fin del monopolio de la emisión de dinero

Hasta hace poco se daba por sentado que para adquirir y vender bienes y servicios era necesario usar exclusivamente el peso colombiano, el dólar,  o  cualquier moneda emitida por una entidad denominada banco central, respaldada por un país, como medio de intercambio. Lo cierto es que ese privilegio de que solo ciertas entidades puedan emitir dinero está cayendo, ya que desde el nacimiento del Bitcoin y otras formas de dinero virtual, las personas pueden escoger qué medio de intercambio usar en su vida diaria.

En la Colombia del siglo XIX, antes de la creación del Banco Nacional, existía una diversidad de medios de intercambio que jugaban el papel de moneda. Estos eran desde títulos emitidos por bancos comerciales de la época que se usaban como billetes, hasta pagarés de otro tipo de entidades que realizaban labores de intermediación o inversión financiera. En la actualidad, con la llegada de las criptomonedas, como el Bitcoin y las altcoin o monedas alternativas (Etherium, Dash, Ripple, Lite, entre otras), parece que de nuevo se tienen varias opciones y la historia se vuelve a repetir.

El monopolio de la emisión de moneda se instaura con éxito a partir de la creación del Banco de la República en 1923, al ser la institución encargada de controlar la masa monetaria en el territorio colombiano, entre muchas otras funciones que cumple. Este modelo ha sido aplicado por la mayoría de países en el mundo, por no decir todos, pero la amenaza sobre este monopolio por parte de las criptomonedas debería preocupar a cada autoridad monetaria de todas las latitudes.

En el caso particular del Bitcoin, la emisión se hace a través de un proceso que se denomina minería. Este es poner a disposición hardware que descifre una serie de algoritmos, que al hacerlo, los mineros se ven recompensados en bitcoins. Lo importante es destacar que esta moneda fue concebida para que exista una cantidad limitada, y no se puedan crear más y más infinitamente como sí lo hacen los bancos centrales con el dinero fiduciario. Además, es descentralizada, lo que significa que su creación no depende de ninguna entidad en particular.  

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Aunque las criptomonedas se encuentran en un limbo regulatorio, los avances en este sentido han sido exponenciales en países como Japón, Australia, algunas entidades de Estados Unidos, Suiza y Rusia, quienes por diversos motivos han tomado medidas no para censurarlas completamente, sino para entender sus aplicaciones y riesgos, y darles el espacio que tarde o temprano ocuparán en la economía.

En Colombia por su parte, tanto el Banco de la República como la Superintendencia Financiera se han pronunciado al respecto, mostrando una actitud más reacia hacia las monedas virtuales, han recordado que  la unidad monetaria y unidad de cuenta de Colombia es el peso colombiano, además de aclarar que ninguna entidad vigilada está autorizada para operar este tipo de activos. Lo anterior no es para menos considerando que a nombre del Bitcoin se han formado esquemas piramidales, multinivel y redes de mercadeo que están captando recursos ilegalmente de personas incautas, que arriesgan sus recursos y además afectan negativamente la percepción sobre lo que realmente es el Bitcoin.

Actualmente no se debe limitar a adquirir bienes y servicios únicamente en pesos colombianos, o dólares estadounidenses, o una divisa de un país específico, ya que se cuenta con monedas virtuales descentralizadas, y entre ellas se puede escoger entre una gama muy amplia la que se considere más conveniente, ya sea por su liquidez, grado de aceptación o la tecnología que la respalda; lo importante es que al fin y al cabo la decisión de escoger el medio de intercambio recae en cada persona.

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El valor de una criptomoneda, más allá de considerarse como activo de inversión por varias personas, está en su uso como medio de intercambio, en la confianza que cada individuo deposita en ella. Es sabido que grandes empresas del sector de la tecnología, financiero, hotelería, alimentos, entre otros, empezaron a aceptar Bitcoins y otras monedas, además de invertir grandes sumas de dinero en la tecnología que hay detrás, y además, los nuevos e innovadores emprendimientos consideran que para ir a la vanguardia y proyectarse en el futuro, también deben hacerlo.

La tecnología blockchain, detrás del funcionamiento del bitcoin, se abre campo a través del sistema financiero, por su infinidad de aplicaciones, desde la administración pública, las operaciones dentro de una empresa, las transacciones internacionales y muchas otras más.

Por lo anterior es que en el aspecto regulatorio se debe avanzar rápidamente, pero con cautela, porque el objetivo no debe ser convertir una criptodivisa en algo ilegal, ya que sería una guerra perdida de antemano. La meta de esta regulación debe ser integrar las monedas virtuales a la economía, instruir e informar a la gente y así atacar a los esquemas fraudulentos que se están gestando, que nada tienen que ver con el Bitcoin, y así evitar que se perjudique la confianza sobre los medios de cambio virtuales.

Puede ser ambicioso y apresurado decir que los bancos centrales perderán el monopolio sobre la emisión monetaria, pero así como el sector financiero promueve la eliminación del efectivo, quizás este se dé no solo por la implementación total del dinero electrónico, como tarjetas de crédito y débito, sino más bien por el uso en cada uno de los aspectos de nuestra vida del dinero virtual, que no es físico, que no es respaldado por ninguna autoridad pública o privada, y estas características lo hacen ser el avance que obligue a replantearse la política monetaria en el mundo.

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^{*Analista Financiero}

^{@jhahigueraro}