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Atajos mentales, el desvío de Nicolás Gaviria

Me resultó imposible evadir la inspiración que me trajeron los escándalos de Nicolás Gaviria con la policía bogotana. La célebre frase “¡¿Usted no sabe quién soy yo?!”, volvió a ser el centro de atención de los colombianos, al mostrar que cualquier personaje puede intimidar a ciudadanos y autoridades por igual e incluso evadir la ley, utilizando como vil excusa su cercanía con el poder.

Alejandra Corredor Melo. MBA De La Universidad De Chicago. Consultora Y Coach Laboral.
7 de marzo de 2015

Gaviria esperaba salirse con la suya, sin saberlo, utilizando un concepto sicológico que los investigadores Daniel Kahneman, ganador del premio Nobel en 2002 y su pupilo, Amos Tversky, estudiaron en detalle: la heurística de representatividad.

Las heurísticas o sesgos cognitivos, son atajos mentales que el cerebro humano ha desarrollado para ayudarle a procesar las enormes cantidades de información que recibe cada segundo. Estos atajos le permiten optimizar la energía que consume y agilizar los procesos mentales, haciéndolo la máquina más eficiente que existe en el planeta.

Aunque en muchos casos pueden ser útiles, las heurísticas también crean errores de apreciación y pueden hacer que los individuos tomen malas decisiones. Desafortunadamente, por más inteligente y educado que se sea, nadie está libre de ser presa de alguno de los muchos sesgos cognitivos que existen y que experimentamos a diario, sin darnos cuenta.

La heurística de representatividad, de la cual Nicolás Gaviria quiso beneficiarse inadvertidamente, hace que el cerebro asuma que una persona pertenece a cierto grupo social, dependiendo de sus características más notorias.

El adagio popular que dice que, “si parece un pato, nada como un pato, y grazna como un pato, entonces es un pato”, explica fácilmente por qué éste personaje se apalancó en su apellido y en los contactos de su celular, para presionar a quienes pretendían meterlo en cintura.

Si no fuera porque esta deleznable técnica de negociación es tan frecuentemente utilizada por personajes de poca monta, ser de apellido “Gaviria”, tener a una persona de apellido “Palomino” en el celular y hacer mención a la CIA y al Ministerio de Defensa, podrían ser indicativos del nivel de poder de una persona.

Hay que ser conscientes de que esta heurística puede resultar útil sin caer en el espectáculo bochornoso de Gaviria: estudios han mostrado que la gente cree que quienes usan gafas son más inteligentes; que quienes están desaseados, mal vestidos y llevan tatuajes en lugares visibles, parecen peligrosos y que quienes usan el color negro en una entrevista de trabajo, aparentan ser muy profesionales.

En este punto sólo queda esperar que el escarnio público al que ha sido sometido Nicolás Gaviria, sea suficiente para que el próximo que pretenda amenazar a otros con su círculo social se abstenga, so pena de que le pregunten si él también es sobrino de un expresidente.