Los ladrillos de Lego tienen una nueva acogida. | Foto: AFP

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¿Quiere invertir? Compre unas cajas de juguetes Lego

Los ladrillos y figuritas de colores de la marca danesa están de moda entre inversionistas alternativos en EE.UU., que prefieren bienes tangibles a acciones de Wall Street. Pero tienen sus riesgos... y ocupan mucho espacio.

1 de marzo de 2013

Los ladrillos de colores Lego han sido el pasatiempo favorito de niños de varias generaciones. Y el dolor de cabeza de muchos padres, que recogen las pequeñas piezas una vez terminada la sesión de juego. Para la revista Fortune son incluso el "juguete del siglo", por encima en el ranking de clásicos como los osos de peluche o las muñecas Barbie.

Pero hay quienes ven a los bloquecitos con otros ojos: como una inversión lista para armar.

Piensan en las cajas que fabrica la compañía danesa como si se tratara de acciones, obras de arte, oro o propiedades inmobiliarias a las que destinar un dinero para conseguir rédito más adelante.

"Lo que es juguete para algunos es una posesión estratégica para otros", sentencia Nick Confrey, un coleccionista joven que, desde hace cinco años, tiene en la compraventa de Lego su mayor fuente de ingreso.

Aunque el furor por los bloquecitos no es nuevo, se ha disparado en Estados Unidos a partir de la última crisis económica, que minó la confianza en los canales financieros tradicionales como la bolsa o los fondos de inversión.

Así, las inversiones alternativas -como los Lego pero también las figuras de "La guerra de las galaxias", las monedas raras o las más clásicas estampillas- han visto crecer su atractivo: un estudio de la Asesora de Riesgos ACE señaló que, desde 2008, casi 75% de los coleccionistas estadounidenses ha buscado diversificar sus carteras con bienes tangibles con potencial y menos riesgo.

Los registros de la compraventa de Lego arrojan luz sobre por qué los bloquecitos son cosa seria: mientras que la caja promedio aumenta su valor a razón de 20% anual, los sets más buscados pueden crecer de a tres dígitos y hasta 1.000% en unos pocos años.

Confrey tiene su propio caso de éxito para ilustrarlo: su "10190 Market Street" –un módulo de un edificio de tres pisos con balcones y un puesto de verduras sobre la entrada- le costó US$89 a fines de 2008, comprado de oferta cuando estaba punto de ser discontinuado. Hoy se vende a más de US$2.000 en el sitio de subastas eBay.

Confluencia de factores

Además de la crisis económica, otras variables confluyen para alimentar esta oleada de inversiones en ladrillos de plástico: para empezar, el "factor nostalgia", alimentado por quienes fueron fanáticos de los Lego en la niñez y ahora tienen un excedente de sus ingresos para destinar a inversiones.

Además, el segmento de los juguetes para armar es uno de los de mayor crecimiento en Estados Unidos, lo que significa que el interés por la marca no tiene miras de decaer: en 2012, según datos de la consultora NPDGroup, los estadounidenses gastaron más de US$1.900 millones en sets para ensamblar, 20% más que el año anterior.

En las estimaciones de Lego, 5% de su negocio está generado por consumidores adultos.

Y los fanáticos del Lego de colección tienen un mundo paralelo en internet: hay unas 230 mil ofertas relacionadas con la marca solamente en eBay, además de una Wikipedia especializada ("Brickipedia"), reuniones virtuales de los AFOL -la sigla en inglés que identifica a los "Adultos Fanáticos de los Ladrillos Lego"- y varios sitios dedicados a asesorar a inversores neófitos.

"Hay más gente que nunca comprando Lego, guardándolos por unos años y luego vendiéndolos para sacar ganancias. Y están haciendo buen dinero", afirma Ed Maciorowski, cofundador de BrickPicker.com, en diálogo con BBC Mundo.

Habituado a construir con bloquecitos durante su niñez, el hombre, hoy de 44 años, comenzó a coleccionar cajas pero paró cuando nació su hijo porque los gastos hogareños no le permitían darse el gusto. Al regresar al ruedo años hace dos años, descubrió que sus posesiones habían triplicado su valor.

Así, decidió trabajar con su hermano Jeff, desarrollador de páginas web, para crear un sitio para potenciales inversionistas: allí figuran, en actualización permanente, las "cotizaciones" de los Lego más buscados así como la indicación de si vienen en alza o en baja, como si se tratara de acciones de Wall Street.

No es para todos

Aunque la decisión de poner dinero a cuenta en ladrillos de plástico no le acomoda a cualquiera: el retorno, aunque relativamente seguro, es mínimo comparado con otras inversiones. Un margen de cientos de dólares, miles como máximo si el comprador ávido aparece en el momento justo.

"Incluso si el set cotiza muy bien, uno saca una cifra de cuatro dígitos por venderlo, no se va a hacer millonario en un par de transacciones. No lo recomiendo para quien quiere hacer una diferencia rápidamente. Toma al menos un par de años que el valor de una caja cambie significativamente", reconoce Confrey, que montó Snazz Industries
para ocuparse de este negocio.

Luego, la decisión de qué diseños comprar: ¿por qué el Dragón de 2001 incrementó su valor en 370% en una década mientras que el del módulo "Community Builder", del mismo año, decayó 50%?

La valorización del Lego, dicen los expertos, responde a reglas no escritas… y cambiantes. Los sets más grandes suelen apreciarse más que los pequeños, igual que los asociados a sagas taquilleras del cine como "La guerra de las galaxias" o "Harry Potter".

La lógica de venta del fabricante juega su parte: cada dos años, los modelos salen de circulación y, una vez que dejan de producirse, la única manera de reunirse con ellos es mediante la reventa, lo que dispara el precio. (Lo mismo ocurre con Mattel y sus muñecas insignia, las Barbie, también vistas como inversión).

¿La estrella del vintage? El "Millenium Falcon", basado en "Star Wars", que costaba US$500 en 2007, cuando debutó. Con más de 5.000 piezas, es el modelo más grande fabricado por Lego… y el más caro, después de que fuera discontinuado. Actualmente se consigue por US$3.500 y en eBay hay incluso uno publicado por US$11.000.

Mucho espacio

Pero la gran barrera para invertir en Lego parece ser el espacio, con las cajas de cartón voluminosas en comparación con inversiones no tangibles como acciones u otros bienes como monedas o estampillas.

"Si uno lo quiere hacer en serio, quizás necesite alquilar una bodega", reconoce el dueño de BrickPicker, que tiene tres habitaciones con 3.000 sets, por un valor estimado en US$150 mil.

El estado de la conservación es clave pare el negocio, porque un embalaje roto o distinto al original hará caer el precio de reventa a la mitad. Por eso, la regla de oro de los Lego-coleccionistas es mantener las cajas lejos de los niños: no son para jugar.

Salvo, claro, que la inversión fracase: un resultado plausible en tiempos de incertidumbre financiera, según reconocen los mismos inversionistas del rubro.

"Al menos a uno le queda el Lego para armar si no le rinde como inversión", bromea Maciorowski.

Paradójicamente, el furor de los coleccionistas puede ser la causa de tal fracaso: como ocurrió en el pasado con las figuritas (cromos o estampas) de béisbol devenidas inversión, el mercado puede verse saturado y colapsar si cada vez más personas compran Lego para coleccionar y revender, en lugar de simplemente para armar y jugar.