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Emprendimiento

Lo bueno, lo malo y lo feo de un negocio informal

Muchas veces las personas crean sus propios negocios con el fin de “rebuscárselas”. Y aunque pueden tener éxito con estos negocios informales, también hay efectos buenos y malos tanto para ellos mismos como para la economía en general.

29 de marzo de 2016

Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) la tasa de desempleo en enero de 2016 fue de 11,9% y la búsqueda de trabajo puede ser un momento de preocupación y de tensiones familiares. Y es que, la misma entidad reportó que En los últimos días, la Gran Encuesta Integrada de Hogares, de la misma entidad, reflejó que durante el trimestre móvil de noviembre de 2015 a enero de 2016, la proporción de ocupados informales en las ciudades y áreas metropolitanas  más importantes fue 47,1 %. El informe resalta que el 43,1% de la población que tiene un trabajo informal se concentró en comercio, hoteles y restaurantes.

En sí, se define como empleo informal “todas aquellas actividades económicas de mercado que operan a partir de los recursos de los hogares, pero sin constituirse como empresas con una personalidad jurídica independiente de esos hogares”, según explica el DANE.

A este panorama debe sumarse que en Colombia cerca de la mitad de sus habitantes  viven con salario mínimo, según estudios del portal Trabajando.com. Esto demuestra que en el país hay una fuerte cultura por buscar alternativas que le permitan a una persona y su familia sobrevivir, entonces, si no tiene trabajo y a eso le suma que tiene una edad que las empresas ya no desean contratar, o que no tiene los conocimientos técnicos para desempeñar alguna función en específico o simplemente no lo llaman de los lugares donde ha dejado decenas de hojas de vida; la informalidad puede presentarse como una opción.

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Tendencia que crece

Quizá esa sea la misma razón por la que puede ver más personas en las calles vendiendo tintos, empanadas, almuerzos, dulces y por qué no, planes turísticos como es el caso de Cartagena o Santa marta. Así como lo leyó, cada vez que usted se toma un “tintico donde la ‘veci’” o compra una menta en la calle, le está comprando un producto o mercancía a una persona que no tiene un sueldo fijo, mucho menos tiene prestaciones sociales y que en algunas veces es perseguida por las autoridades por invadir el espacio público.

En Colombia, las tiendas de barrio parecen ser la mano derecha de las grandes marcas de productos que se comercializan a diario. A esto debe sumarse negocios de peluquerías, panaderías, café internet, misceláneas o negocios de comidas rápidas que se encuentran en distintos puntos de todas las ciudades.

Pero cuando se trata de pequeños comercios que no están plenamente establecidos, cuando no generan grandes ganancias (por la sobreoferta) puede ser algo complicado y, para ser formales, tienen que pagar servicios públicos, impuestos, el contador que revisa los recaudos y deudas, arriendo del local (si no es propio) y quizás hasta prestaciones sociales a sus empleados, si es que llegan a tener.

Entonces, los empleados por su parte deben cotizar salud y pensión y demostrar cada mes el comprobante de pago para seguir trabajando en esta modalidad. Estos trabajadores no tienen compensación en horas extras, remuneración o incrementos de tarifas a menos que el patrono sea un “buena papa”.

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En esto, hay que tener en cuenta los factores que implica la formalidad pues, para muchas personas, pueden resultar bastante altos: “No es que la gente no quiera pagarlos, sino que la gente siente que no tiene una retribución por hacerlo. Esto se debe, especialmente, a la estructura de impuestos, pues la gente percibe que se trata de costos muy altos que no se ven retribuidos y, por tanto, no hay forma ni incentivo de buscar la formalización”, explica el profesor especialista en economía César Ferrari.

Entonces, si usted tiene algún dinero y quiere invertirlo pero todavía no sabe si un local o un puesto de ventas ambulantes es lo suyo, Finanzas Personales le dará algunas sugerencias de los pros y contras de estas modalidades.

Lo que supuestamente es ventaja*:

  1. Los negocios informales no pagan impuestos, pues al no tener ningún registro ante cámaras de comercio no están obligados a responder ante estatutos jurídicos que respondan por el bienestar de sus empleados. Su carrito o puesto de trabajo, tampoco se verá en la obligación de pagar servicios públicos.
  2. Se pueden ubicar en cualquier lugar o zona. Si un punto no le dio para el ‘producido’ o le dejó pocas ganancias, fácilmente se puede trastear para otra zona y darse a conocer. También puede cambiar de servicio o producto ofrecido, es decir, puede ofrecer más de un producto y fijar su propio precio.
  3. Usted es libre de trabajar los días que quiera y las horas que más le convenga. Todo depende del servicio o producto ofrecido y el público al que le quiera vender. Tenga en cuenta que no todos los productos se venden igual y a la misma hora, por eso es necesario que realice un estudio de mercado y de la zona.

De acuerdo con el profesor experto, Saúl Pineda, Director del Centro de Pensamiento en. Estrategias Competitivas (CEPEC) de la Universidad del Rosario, “en el corto plazo un negocio informal trae tentaciones porque en primer lugar se evaden impuestos que es tal vez lo que más grava las actividades económicas del país, por otro lado se busca reducir la carga laboral, al no tener seguridad social; lo que puede que se piense que es rentable”.

 Lo malo

  1. Pueden ser perseguidos por las autoridades locales por invasión al espacio público, le pueden decomisar la mercancía y hasta se le pueden llevar su carrito. Es necesario que lo sepa, en algunos espacios públicos operan mafias que le cobraran alguna couta mensual por el derecho a mantener su puesto de trabajo en ese lugar.
  2. Todo lo que se llama como “seguridad social” tiene que ir por su propia cuenta incluso, si trabaja para alguien más. Esto significa que no tiene derecho a vacaciones, primas, horas extras ni pago de EPS, ARL, pensión, auxilio de maternidad, entre otras. Recuerde que usted trabajará y se le pagará por lo producido o meta diaria, los sueldos son bajos.
  3. Si le da pereza o “flojera” salir un día a trabajar, tenga en cuenta que usted es su propio jefe y el único que se exige lograr un producido diario. No obstante, si se enferma o se ausenta de su lugar de trabajo, puede correr el riesgo que otra persona lo ocupe o que en los días trabajados no va a recibir ningún tipo de auxilio o subsidio por incapacidad. También deberá sortear las variables de clima e inseguridad que representa el trabajo en la calle.

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Lo feo

Un negocio informal acarrea grandes consecuencias no solo para una persona misma (quien hace el negocio), sino para la economía general. “A mediano y largo plazo es el peor negocio porque quienes trabajan en la informalidad no tienen acceso al mercado financiero para tener créditos ya sea para comprar casa o cualquier otro consumo y por otro lado no reciben apoyos ni tienen acceso a apoyos del Estado que exigen la formalización para el crecimiento de sus negocios”, añade el experto del Rosario.

Esto significa que, de cierta forma, una persona que opte por un negocio informal está dejando de contribuir a la economía pero, como reitera el académico Ferrari, las personas tampoco tienen un mayor incentivo al no ver que los impuestos puedan tener un favorecimiento para la sociedad en general o para ellos mismos.

Además, según Pineda, “está demostrado que uno o dos años después el 70% de estos negocios desaparecen, porque no logran permanecer en el mercado”. Esto es que, al llegar el momento en el que la persona quiere hacer que su negocio crezca, se verá obligado o bien ir al ‘gota a gota’ o de solicitar un crédito con un banco, para el que le pedirán tener un negocio formal.

En sí, un negocio informal puede resultar una buena alternativa para las personas que se encuentran desempleadas o que necesitan un ingreso extra pero, lo ideal es que con el tiempo consideren en hacer que su negocio crezca no sólo para que obtengan más ganancias, sino para aportar a la economía general del país porque, además, daría la opción de crear empleo.

Al respecto, “la informalidad es una condición no solamente para la precariedad en el desarrollo de las empresas sino también para la baja calidad de los empleos”, añade Pineda, pues es lo que hace que las personas realmente no reciban un buen salario por su trabajo.

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