La Fórmula Uno mueve tantos millones que solo tiene espacio para los más poderosos. | Foto: Corbis.com

Economía

La ley del más rico

La ley del dinero parece dejar a un lado a la moralidad en la Fórmula 1: un deporte en el que solo sobreviven los que más pueden pagar, y el resto se queda inevitablemente en las cunetas.

10 de abril de 2013

No hace falta viajar muy atrás en el tiempo para observar cómo la Fórmula 1 sigue causando pasión entre las masas.

Hace un par de semanas, la audiencia gritaba a pleno pulmón en las pruebas de pretemporada, viendo cómo los carros volvían a frenar en las curvas, apurando al máximo para adelantar unos milímetros.

Aparentemente, el mundo de la Fórmula 1 va viento en popa. Por detrás del telón de glamour, no obstante, hay quien dice que no es oro todo lo que reluce.

Michael Schmidt especialista en autos asegura que Fórmula 1 está en crisis: “La Fórmula 1 se presenta en un mejor estado del que realmente está. No le va tan bien como puede parecer al ver los circuitos, ni mucho menos”, dice Schmidt.

Sus palabras son claras, muy claras para lo habitual en este tema. Muchos están de acuerdo en lo que Schmidt afirma, pero muy pocos quieren ser citados.

Monopolio de los grandes

“Un problema es que aparte de los cinco grandes equipos, prácticamente no hay otro equipo sólido y con financiación estable a largo plazo”, explica Schmidt. Los “grandes”, RedBull, McLaren, Williams, Mercedes y Ferrari, tienen un presupuesto anual de 200 millones de euros. Los equipos más pequeños suelen contar con la mitad, y con el problema añadido de que tienen grandes dificultades para encontrar patrocinadores. Lo que lleva al segundo gran problema: una división de la costosa Fórmula 1 en un sistema de primera y segunda clase.

“En principio, la esperanza es nula para todos aquellos que se mueven en presupuestos de entre 80 y 120 millones de euros”, dice Michael Schmidt. “Está bastante claro que nunca podrán competir con un Ferrari o un RedBull. Por eso es tan difícil encontrar patrocinadores”.

Según los expertos, los equipos de Fórmula 1 cuestan un millón y medio de euros cada semana del año. Y esto sin grandes avances técnicos, decisivos al final del día para poder ganar, pero que solo se pueden permitir los grandes equipos. Por esta razón, Ferrari y RedBull no tienen interés alguno en debatir el establecimiento de un límite de presupuesto.

Lucro por encima de todo

Los dueños de circuitos en Asia pagan hasta 50 millones de dólares por carrera, mucho más de lo que se paga en Europa. Para estos eventos, la situación política de los países anfitriones no parece importar demasiado. En 2011, el Gran Prix que debía tener lugar en Bahrein, en los Emiratos Árabes Unidos, tuvo que cancelarse a última hora a causa de disturbios políticos.

“Según un dicho popular, la Fórmula 1 es un deporte para dos horas cada dos fines de semana, y el resto es puro negocio”, dice el analista Christian Sylt, autor del informe anual “Formula Money”, que publica las cifras calculadas hasta ese momento de la Fórmula 1. Según él, la Fórmula 1 va a los mercados que más pagan, y no precisamente a los que representan los ideales europeos.

La Fórmula 1 se está convirtiendo en una especie de perversión de la ley de Darwin: supervivencia del más rico. Quien tiene dinero, gana. Lo que atraiga dinero, se llevará a cabo. Un deporte convertido en puro negocio.

DW