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Ahorro

¿Cuánto dinero cabe en una alcancía?

Llegado el momento de partir el cochinito empieza la gran pregunta de ¿cuánto tengo?¿será gratificante la experiencia de contar las monedas?

Francisco J. Gómez Villamizar
28 de septiembre de 2016

La protagonista de esta historia es ‘doña Chona’, una cochinita que llegó a nuestro hogar conformado por dos ‘jóvenes profesionales’ con el propósito de recordarnos que ahorrar en una alcancía es tal vez la primera experiencia financiera que nos enseñaron nuestros padres.

‘Chonita’ llegó comprada en un almacén de artesanías de Bogotá. Cuando ingresó al apartamento medía 70 cm desde la cola a la nariz, con una barriga de 55 cm y un peso de solo 400 gramos. Era una bella artesanía pintada de azul profundo, ojos con un fondo blanco y un iris negro en el centro, con flores que la hacían ver más granjera, en lugar de lucir como una cómoda huésped de apartamento en Bogotá.

A partir del primer día, hace 4 años, comenzó a ‘engordar’ a punta de monedas de $1.000 y $500. Muchas veces, cualquier moneda de esa denominación era arrebatada de mis manos sin mediar palabra por parte de mi esposa, por aquel entonces mi novia, mucho antes de proponerle que nos casáramos. Y el apetito de ‘doña Chona’ fue voraz. Entregaban los vueltos del domicilio, pagábamos las boletas de cine, nos daban el cambio de un almuerzo en el restaurante y... ¡adiós a esas monedas de mil y quinientos! Todo era para Chona, y así transcurrieron un poco más de 48 meses, hasta que la marranita alcanzó un peso de 15 kilos, sin ganar una curva más en su redonda figura.

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El pasado viernes 23 de septiembre llegó el fatídico día para Chona, pero emocionante para nosotros, los juiciosos ahorradores que le habíamos dado el beneficio de privarnos de las monedas en la búsqueda de un bien mayor: pagar una deuda que no daba más espera. Preparamos la escena del crimen: el piso de la cocina. Buscamos un martillo que no había y la porra encontrada fue una pesa de gimnasio de 5 kilos que jamás hemos tocado, salvo el día que la compramos con el firme propósito de ejercitarnos.

La alcancía estaba en el piso del armario y tenía que moverla hasta la cocina. Alcancé a levantarla y llevarla hasta el sitio escogido para el sacrificio. Ni bien llegó a tocar el suelo, esta se reventó, como resignándose al destino que habíamos preparado.

Foto: Archivo particular

El conteo

Las monedas salieron regadas por todo el suelo, haciendo un ruido particular que para nuestros oídos era la invitación a sentirnos como un Tío Rico, Ricky Ricón o el abuelito millonario del Monopolio. Empezamos a organizar los montones de monedas y para hacerlo más fácil, las clasificamos por su valor en paquetes de 10 monedas y en grupos de a 10 paquetes. La noche terminó y dejamos para el día siguiente la tarea de contar las monedas.

Este fue el resultado:

  • 34 paquetes de a 10 monedas de $1.000 y 8 monedas que quedaron sueltas.
  • 145 paquetes de 10 monedas de $500 c/u y 2 monedas que quedaron sueltas.
  • 14 monedas de $200 que no sabemos cómo llegaron ahí.
  • 14 monedas de $100 que tampoco supimos cómo entraron.
  • Una moneda de 5 centavos de peso mexicano que me hizo recordar la canción ‘5 centavitos’ de Julio Jaramillo.

En plata blanca, recogimos un total de $1.082.000, muchos menos de lo que presupuestamos con nuestra hazaña de ahorro, más cuando recordé las muchas veces que quise esa moneda de mil para comprarme un ponqué gala o un ‘De todito’.

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Ahora la clase ñoña

Como en muchas familias, la alcancía es el método de ahorro más convencional. Los dueños de negocios personales la usan para poner una parte de sus ingresos a la espera de romperla para hacer mercado, tener para un paseo o pagar alguna deuda.

Incluso, hace un par de años se hizo noticia el hecho que la economía colombiana tenía una extrema necesidad de monedas de mil y quinientos, escasa por esos días debido a la costumbre de millones de colombianos de guardarlas para su marranito.

Según las últimas cifras del Banco de la República disponibles a julio de este año, por la economía pasa de manos un total de $1,7 billones en monedas, una cifra superior a los $1,4 billones que circulaban con corte a igual mes del año pasado. De dicho monto, un total de $681.000 millones corresponden a monedas de $500, representadas en 1.362.000.000 piezas metálicas. Otros $437.000 millones circulan en 437,8 millones de monedas de $1.000.

Si quiere hacer un cálculo aproximado de cuánto tiene en su alcancía, este puede ser un paso a paso de cómo saber el monto que hasta ahora ha ahorrado.

  • Pese su marranito para restar ese peso del que tiene en monedas.
  • Si por ejemplo, solo lo ha llenado con monedas de $1.000 es más sencillo. 100 monedas de $1.000 pesan casi un kilo, o para ser precisos 995 gramos. O sea, por cada kilo ahorrado tiene $100.000, tenga en cuenta que este peso puede ser mayor por el peso propio de la alcancía. Es decir, si la alcancía pesa 1,2 kilos, es porque tiene $100.000 ahorrados y su marrano podría pesar 200 gramos.
  • Si la alcancía es solo para monedas de $500, por cada kilo de estas monedas tendrá alrededor de 139 piezas para un total de $69.500. Haga el mismo ejercicio del caso anterior y saque la cuenta.

A lo mejor, usted sea como cualquier ahorrador y en vez de sacudir esa alcancía, pesarla y afanarse por saber cuánto tiene, prefiera esperar hasta que no quepan las monedas para romperla y sentirse como un niño otra vez, contando el dinero que acumuló.

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